CineSociedad

Madres Paralelas arrasa en taquilla.

El pasado 8 de octubre la cartelera incluyó el último filme de Almodóvar.

Penélope Cruz y Milena Smit en Madres paralelas (2021)

La película está protagonizada por una de las actrices predilectas del director manchego, Penélope Cruz, junto con las veteranísimas Rossy de Palma y Julieta Serrano. La otra protagonista es la joven Milena Smit. No ha pasado desapercibida tampoco el cameo de Daniela Santiago, la actriz trans que interpretó a la Veneno en la serie homónima y que hacía de modelo para la cámara de Penélope que interpretaba el papel de Janis.

Aunque en principio los traílers y fotografías previas al estreno parecían indicar que el tema de la película se centraría en la maternidad, el foco se haya en la memoria histórica, o al menos cubre una parte importante de la película, y el director no ha tenido tapujos en mostrar de que bando está.

La estética en indiscutiblemente almodovareña, con sus cuadros, figuras y paredes de tonalidades y formas extrañas, que en conjunto forman una serie de planos armónicos y reconocibles. El vestuario también sigue las mismas líneas, con sus tonos rojos, rayas y combinaciones eclécticas.

Otros elementos característicos del director son la vuelta al pueblo con su ambientación tan folclórica, el humor costumbrista y los complejos arcos de los personajes.

La caracterización de todo el reparto es sublime, en especial la de Penélope Cruz, que es capaz de transmitir todos los matices de una madre confusa, triste, esperanzada, miedosa y complicada.

Una vez más, Almodóvar nos muestra tramas familiares que dejan secuelas en los personajes que se nos irán desgranando a lo largo de la película. Familias desestructuradas, poco convencionales y estrambóticas que nos dan un punto de vista diferente al modelo ideal al que estamos acostumbrados.

Sin embargo, aunque Almodóvar es uno de los mejores directores, no se puede decir lo mismo de su faceta como guionista, que haría temblar al mismo Mckee. La película se excede en el diálogo y lo explicitico, dejando muy poco espacio a lo visual y al subtexto, un rasgo bastante peculiar de sus melodramas que solo un cineasta de su talla puede permitirse. No obstante, como se suele decir, para gustos los colores, habrá gente que lo valore de forma positiva como un género más cercano al teatro y un rasgo identitario.

La escena final de la película supone una metáfora perfecta a la idea central y una ácida respuesta a la polémica que inunda el país desde hace décadas entre los que prefieren olvidar y los que prefieren justicia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *