Crítica de “Relatos Salvajes” (Damián Szifrón, 2014)

¿Qué es el hombre? Una tragicomedia vitalista. Los ejemplos (seis relatos y un inicial Pasternak) se nos quedan cortos. ¿Ya se ha acabado el repertorio de situaciones, señor Szifrón? ¿Seguro que no se le olvida ninguna?

Ridícula, absurda, exagerada, violenta, sarcástica, una serie de catastróficas reacciones: así es esta película. ¡Tengan cuidado cuando vean que una cámara sigue a unas piernas de Femme Fatal! El hombre suele perder la cordura, la dignidad y convertirse en un animal salvaje.

Casualidad y destino a ninguna parte. Venganza y poder. Orgullo y rabia. Ni hasta el mejor hombre se salva de purgar su pecado cuando se enfrenta al orden, por mucho que el reclamo de la sociedad imponga un trending topic con tweets al estilo de #bombitalibreya. Dinero y corrupción. Eros y Thánatos. Y lo peor, que en todas sus manifestaciones (y con ayuda de la tipificación de sus personajes) el espectador salga identificado.

Una difícil comedia extraordinariamente conseguida gracias al efecto de distanciamiento que hace que como espectador acabes agarrando al de la butaca de al lado -que no conoces de nada- y le hagas cómplice de tu ataque de risa: un punto de giro más y vais a tener que llamar al doctor ese que aparece desconcertado en la pantalla para que con otro revés empiece a circular el aire por las tráqueas.

Con un estupendo reparto argentino que no te hace echar de menos a quien usan como cebo en el cartel, Ricardo Darín (un actor que destaca en cualquier género y al que yo personalmente le daría cualquier papel, incluso el de mi guía espiritual); la película bucea tanto hasta lo que somos capaces de hacer en momentos de crisis que a ninguno le dejará indiferente.