Política

El Sistema Político en «Los Juegos del Hambre»

tumblr_m9wvx1qiwT1rotm77o1_500Las telepantallas en la plaza de los distritos ya hacen indicar el estado de represión al que se ven obligados los ciudadanos de Panem, muy propio de distopías como 1984. Las clases sociales están totalmente polarizadas. Una es la clase obrera que vive en condiciones de pobreza, trabajando para las clases altas que disponen de todas las ventajas tecnológicas para su bienestar. Esta característica es clave para introducir a Los Juegos del Hambre dentro del subgénero Cyberpunk, o mejor dicho al Post-Cyberpunk, cuyas obras tratan la dinámica de un mundo polarizado que intenta romper el estatus quo del dominador.

El sistema político de Panem (la unión de EEUU y Canadá) es una dictadura caracterizada por el control absoluto de sus ciudadanos a través de la tecnología para el adoctrinamiento de masas. La economía se sostiene gracias a la clase oprimida que trabaja explotando los recursos para el disfrute de las élites. Aquí se ve el paralelismo evidente con los primeros proletarios del siglo XIX. El orden social se mantiene a través de la violencia policial (Agentes de la Paz), la falta de educación de los oprimidos y la influencia de los medios. La violencia simbólica de Bourdieu está más presente que nunca. Junto con los medios de masas juegan un papel importante en esta frágil cohesión social pues junto con el Estado proporciona el evento “deportivo” más seguido: Los Juegos del Hambre, algo así como el opio de Marx o el fútbol moderno. Aunque es más bien un disfrute de las élites. Éstos son un mero recuerdo de quién tiene el poder y quiénes son los oprimidos.

El poder se centraliza a través del Capitolio de Panem en una ciudad capital dirigida por una oligarquía cuyo poder lo encabeza el presidente. La centralización del Estado es absoluta y los 12 distritos son una simple demarcación territorial totalmente subordinada a las órdenes de Panem. En definitiva, un estado totalitario centralizado, de estructura piramidal de clases sociales totalmente polarizadas en donde la clase media desaparece por completo. La crítica al capitalismo es evidente a pesar de que su autora Suzanne Collins apoye su inspiración en el mito clásico de Teseo y el Minotauro. A muchos de los lectores también les sonará a una revisión de Battle Royal, pero con un contenido mucho más politizado. Es de agradecer que la industria también sea capaz de tocar estos temas aunque a veces parezca un intento de convertir el contexto serio de esta saga en una banalidad comercial. Por el momento, el contexto político y de denuncia se mantiene intacto y la crítica que aparece no está sufriendo presiones. Los Juegos del Hambre, al igual que otras distopías, nos advierte de las distancias que está adquiriendo la sociedad en una polarización preocupante.

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