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Desmontando Persépolis

Persépolis es una película francesa estrenada en cines en el año 2007, una adaptación de la novela gráfica del mismo título escrita por Marjane Satrapi, coautora también del guión cinematográfico junto a Vincent Paronnaud. Se trata de una autobiografía que cuenta la historia de una niña que vive en Irán en los años 70, en el seno de una familia occidentalizada a la que le toca ser testigo Pers_polis-701715841-largedirecto del régimen del shah y sus abusos de poder, al mismo tiempo que incluye cómo se fragua la Revolución Islámica hasta que finalmente los fundamentalistas se hacen con el poder de manera autoritaria, obligando a las mujeres del país a llevar velo y haciendo prisioneras a miles de personas. La joven Marjane, que desde siempre recibió grandes influencias del mundo occidental como el punk, Michael Jackson o ABBA, es enviada a estudiar a Europa mientras el fundamentalismo en su país se recrudece.

La película comienza en el año 1979, cuando Marjane tiene tan solo 10 años y muestra su perspectiva inocente e infantil sobre el cambio político y social que experimentaba su país con la caída del shah de Persia, después de más de 50 años de reinado. La revolución islámica comienza a fraguarse en 1953, cuando el primer ministro Mohammad Mosaddeq fue expulsado por intentar nacionalizar los recursos petrolíferos del país en una operación que se llevó a cabo desde Reino Unido y EE.UU. Fue entonces cuando, con el apoyo de estas dos potencias, el emperador Mohammad Reza Pahlavi comienza la modernización del Estado iraní, al mismo tiempo que acallaba toda voz contraria a su régimen absolutista, con la colaboración de la agencia de Inteligencia SAVAK.

Entre las acciones emprendidas por el shah destacan una reforma agraria, la participación de los asalariados en los beneficios de las empresas, el sufragio femenino, la alfabetización, etc. Pero estas reformas no alcanzaron los resultados esperados, lo que ocasionó un gran descontento. La oligarquía se enriquecía cada vez más y el control político se hacía más férreo. Todo esto fue aprovechado por el bien organizado clero chií, rival acérrimo de la occidentalización de Irán. El ayatolá Jomeini encabezaría desde el exilio estas protestas que tenían como argumentos básicos la pérdida de la moral y los valores islámicos, y la intromisión de las potencias extranjeras.

La población civil vivía vigilada por la SAVAK, se produjeron multitud de desapariciones y torturas, cualquier intento de sublevación era sofocado por la alargada sombra del shah. Sin embargo las protestas se intensificaron y las manifestaciones se fueron extendiendo a lo largo de todo el país hasta llegar a Teherán dejando centenares de muertos. Por mucha violencia que emplearan los oficiales eran ya imposibles de sofocar, lo que obligó al emperador a huir del país. El 16 de enero de 1979 se exilia en Egipto y el 1 de febrero Jomeini regresa al país encargándose de encauzar la revolución que obtuvo el respaldo popular en un referéndum celebrado el 31 de marzo.

Pero todo se torció, el nuevo régimen islámico por el que lucharon tantas personas en Irán, entre ellos la familia de Marjane Satrapi, acabó cayendo en manos de los integristas, hecho este mismo que no trajo nada bueno. El sentimiento antiamericano se desbordó en noviembre de 1979 con el asalto por estudiantes islámicos a la embajada americana en el que se tomaron rehenes. El nuevo Irán islámico se enfrentaba directamente con las dos superpotencias. Pronto las calles se llenaron de patrullas revolucionarios que comenzaron a obligar a la población a cumplir los códigos islámicos sobre comportamiento y vestido. Se trataba de borrar cualquier vestigio de influencia occidental y las peor paradas en este aspecto fueron las mujeres, relegadas al segundo plano impuesto por la cultura islámica, en la que se considera que la mujer no es merecedora de recibir una educación, se las someten para que se dediquen a las labores del hogar, al cuidado de sus hijos y vistan siempre en público con velo, algo que desde mi punto de vista es negar la libertad individual y la condición de persona al sexo femenino.

Marjane también es testigo de la guerra entre su país y el vecino Irak, una guerra que se inicia en 1980 y finaliza en 1988 sin un vencedor claro. Este enfrentamiento bélico estuvo motivado por la histórica rivalidad árabe-persa y por las divergencias regionales. El presidente de Irak, Sadam Hussein, creía que la capacidad militar de Irán se había debilitado tras la revolución, y que con el apoyo que le prestaría el mundo occidental podría tener una victoria fácil en la reconquista de los territorios de Shatt Al-Arab y Juzestán, ricos en petróleo. La guerra supuso un enorme coste en vidas y daños económicos, murieron más de un millón de soldados y civiles de ambos bandos y no se produjeron cambios fronterizos.

Ante este desagradable clima en su país, su afición a grupos musicales prohibidos por el régimen islámico, algunos problemas en los que se mete durante su adolescencia por su carácter rebelde y sus enormes inquietudes intelectuales, Marjane es enviada por su familia a estudiar a Europa, en un intento por protegerla de la guerra y de la dureza del régimen. Muchas familias del país llevaron durante muchos años una vida totalmente occidental. La familia de Marjane era un claro caso de ello, eran gente de clase alta, partidarios de un islamismo moderado, por lo que ahora se habían convertido en objetivo número uno de los comités islámicos.

En Austria, donde estudió entre 1984 y 1989, Marjane sufre innumerables penurias, la soledad y la discriminación de una sociedad occidental que la rechaza por prejuicios raciales, por pensar que cada persona proveniente de oriente medio es un salvaje que no para de causar guerras y desastres con su ideología radical. A su regreso a Irán, tras vivir en Europa unos años, Marjane inicia sus estudios de bellas artes en Teherán, donde debe acostumbrarse de nuevo a vivir bajo el control del régimen ultraconservador chiíta de los ayatolás.

 

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