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Cuéntamelo mejor

Hoy en día muchas cosas han cambiado en la manera de retransmitir el fútbol por la televisión. Las redes sociales ocupan un espacio importante en algunos canales, aunque el resultado carezca de brillo.

Los jugadores del Real Madrid y del Olímpic de Xátiva se saludan antes de comenzar el partido. / Diego Fonseca

Lamentablemente en el deporte, uno no siempre tiene las aptitudes necesarias para conseguir aquello con lo que sueña, aunque el trabajo reduzca considerablemente las distancias. Lo digo porque uno de los primeros motivos que me llevaron a escoger este oficio fue la pasión por el deporte y, más concretamente, por el deporte rey. La ecuación era cruelmente sencilla: ya que practicándolo no iba a arreglar mi futuro, la ¨solución¨ radicaba en el periodismo. Pocos años después, el entusiasmo por las demás ramas, por las distintas y ricas áreas que forman este trabajo, crecería hasta poseer un cuerpo tan fuerte como estable. Sin embargo, todavía recuerdo que la primera pieza del dominó en derrumbarse fue el fútbol, provocando una enorme bola de curiosidad que acabaría por arrasar a las demás fichas de la partida. Así, a través de la que era mi válvula de escape, se dieron los primeros pasos en mi relación con el periodismo.

Lo digo ahora porque no sólo me maravillaba este deporte o las reglas que lo constituían, sino también los distintos periodistas que a través de la televisión narraban con la pasión y la ilusión de un niño en víspera de Reyes aquellos encuentros entre equipos que se encontraban –lo sabemos hoy- al borde del endeudamiento financiero. Uno siempre sueña con imitar a sus referentes y, aún hoy, recuerdo especialmente a la pareja compuesta por Carlos Martínez y Michael Robinson, todavía perennes. Su forma de narrar el juego constituía –y todavía lo hace- una manera de transmitir no sólo la velocidad o la posición de la pelota, sino también la emoción de los aficionados o el ambiente del estadio. Sus voces eran, como debe ser, una fuente de información que conmovía por la cantidad de sensaciones que acercaban. Y todo buen comunicador debe poseer esta cualidad, más aun cuando se trata de retransmitir algo tan sencillo como el fútbol. Quizás, también, porque en este deporte lo interesante a veces huye de la racionalidad deportiva, de las tácticas, jugadas u otros lances que integran un partido. Por esto, que las voces sangren emoción o entusiasmo con intensidad de manicomio es tan agradable como necesario para los que están al otro lado del televisor.

Sin embargo, en los tiempos que corren muchas cosas han mudado en la manera de retransmitir el fútbol por la televisión. Las redes sociales se han ganado un espacio en algunos canales y los comentaristas, en ciertos momentos, le ceden la atención. El resultado no es precisamente grato y no suma ningún valor periodístico a mayores. Otra novedad es la de incluir a un exárbitro para comentar las jugadas que todos apreciamos, pero su contribución estética carece de la mínima gracia o brillantez. Más bien, actúa a modo de somnífero o, en ciertas ocasiones, malhumorando a espectadores por doquier.

Tampoco me olvido del papel de los exfutbolistas como acompañantes del narrador. Si bien es cierto que en cualquier rama del periodismo se utilizan expertos de las distintas áreas, no lo es menos que estos deben poseer ciertas aptitudes necesarias según el medio que se trate. En televisión, por ejemplo, existen unos cánones particulares. Y no es que todos ellos no los cumplan, sino que en ocasiones y en ciertos canales parece que pesa más el nombre del que se sienta en la cabina que su habilidad para expresarse o sus conocimientos sobre el tema.

Cualquier mercader que apueste por la brillantez en la retransmisión del fútbol, debería revisar con sumo cuidado cuál es su apuesta y acercarse más al de cierta televisión de pago que aglutina la mayor parte de la calidad en la retransmisión del fútbol en España. Además, sobra gente con aptitudes, con la habilidad de expresarse y con ilusión. ¡Con la cantidad de periodistas que están en paro!

Diego Fonseca Rodríguez

Periodista graduado por la Universidad de Santiago de Compostela. Experiencia en prensa impresa, prensa digital y radio. Ahora mismo en la Agencia EFE.

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