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El motín de las verduleras: el germen del feminismo obrero en Madrid

La subida de los impuestos y los rumores de que las hortalizas portaban cólera motivaron el estallido de la revolución

“¡Cerrad las tiendas! ¡Que se coman los codos de hambre los ricos! ¡Pan para los pueblos!”, eran algunas de las proclamas que resonaban en el corazón de La Latina a finales del siglo XIX. En este barrio, de los más históricos y carismáticos de Madrid, se encuentra la Plaza de la Cebada donde se desarrolla uno de los mercados de abastos más grandes y con mayor tradición de la ciudad. Hoy damos voz a unas heroínas olvidadas que, en su lucha por salir adelante, convirtieron este mercado en un verdadero campo de batalla.

Las verduleras del Mercado de la Cebada prendieron la mecha de una protesta que se desató durante la epidemia de cólera ante la creencia de que las hortalizas portaban la enfermedad. A ello se unió la subida desproporcionada de los impuestos a los vendedores ambulantes que, ahogados económicamente, motivaron el llamado “Motín de la Alcachofa”.

Estas vendedoras madrileñas se colocaban en la Calle de La Ruda y su oficio era de los más desprestigiados de la época. Tenían fama de personas descaradas y ordinarias, cuando en realidad no eran más que mujeres pobres que trataban de buscarse la vida y apostaban por unas mejores condiciones laborales. Su desaforada lucha se convirtió en el primer movimiento feminista obrero de la capital.

Las verduleras actuaron como auténticos agentes de movilización política de las clases populares y a sus protestas se sumaron los comerciantes aledaños al Mercado bajo el grito: ¡No hay cólera, sino hambre! Tal fue la magnitud del revuelo que tuvo que acudir el Gobernador Civil, Raimundo Fernández Villaverde, para tratar de templar los ánimos. Anunció que el incremento del arbitrio quedaría anulado, pero ya era demasiado tarde para frenar el motín. Las vendedoras madrileñas ahora exigían la exención total del impuesto.

El Gobernador, en su intento de conciliar las partes, se encontró con un recibimiento poco agradable. Una lluvia de alcachofas arrojadas por las manifestantes enfureció al político e intensificó la represión de las autoridades. A partir de entonces, el levantamiento adquirió la peculiar denominación de “Motín de la Alcachofa”. Las Fuerzas de Seguridad trataron de contener el conflicto por medio de la violencia. Hubo heridos por sablazos y muertos por disparos e, incluso, algunas mujeres fueron encarceladas. Finalmente, la revuelta se extinguió y tiempo después las hortalizas del Mercado de la Cebada recuperaron su buena fama, quedando en el olvido una lucha abanderada por los derechos y la subsistencia. Históricamente estas mujeres fueron menospreciadas, tanto es así, que el término de “verdulera” se ha heredado hasta nuestros días para referirse a aquellas personas mal habladas y desvergonzadas, dos rasgos que tanto caracterizaban a las vendedoras del siglo XIX. No obstante, conviene dejar de lado los prejuicios y ensalzar las hazañas de estas mujeres ejemplares, peleonas y de mucho coraje.

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