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Homenaje a Miguel Hernández en el Centro Cultural Eduardo Úrculo

El pasado sábado, 28 de octubre, con motivo del 75 aniversario de la muerte de Miguel Hernández, se homenajeó al escritor en el Centro Cultural Eduardo Úrculo, en el distrito de Tetúan. El acto comenzó a las 18:15 y, lejos de la solemnidad que suele caracterizar a este tipo de ceremonias, el homenaje al poeta fue dinámico y arrancó en varias ocasiones las sonrisas y los aplausos del público.

Centro Eduardo Úrculo/ www.madrid.es

El homenaje se dividió en dos partes claramente diferenciadas: la primera hora se dedicó a la proyección del documental «Las tres heridas de Miguel Hernández» realizado por la Asociación Cultural de Orihuela, ciudad natal del escritor. El documental abordaba «las tres heridas de Miguel Hernández»: la del amor, la de la vida y la de la muerte. Y, a través de esa canción interpretada, entre otros, por Joan Manuel Serrat, la proyección nos desvelaba sus decisiones en el amor, su relación con otros escritores como Rafael Alberti, Federico García Lorca o su gran amigo Vicente Aleixandre y la impertérrita defensa de sus ideales, que nunca dejó atrás cuando lo detuvieron.

Tras la proyección del documental, dos representantes políticas del distrito le dedicaron unas palabras y destacaron la «transcendencia social de sus versos», «la pasión por la lucha colectiva» que en ellos se percibe y la elaborada retórica que los caracteriza a pesar de ocuparse de temas como «la tierra y la vida».

Tras estas dos breves intervenciones, el grupo Teatro Expresión Orihuela  interpretó la adaptación realizada por Atanasio Die Marín de la obra El Labrador de más aire, una pieza dramática en verso poco conocida por los lectores de Miguel Hernández y que, sin embargo, ha recibido buenas críticas por unanimidad. En esta obra, el autor aborda el tema del amor con un conflicto social de fondo: el poder del cacique sobre el pueblo y el hambre y la injusticia como consecuencias derivadas de esta situación.

Con un escenario minimalista compuesto eminentemente por sillas blancas y con la imperturbable fuerza de su voz, los actores consiguieron arrancar la risa y la conmoción de los asistentes a través de una interpretación sobria, profesional y conmovedora, tras la que muchos aplaudieron en pie a grito de «¡Por Miguel Hernández!».

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