Haga lo que digo, no lo que hago
Ocho meses después de su aprobación, ninguno de los 28 países miembros de la UE ha ratificado aun el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas.
En abril, durante la aprobación del Tratado sobre el Comercio de Armas, la Unión Europea envió un mensaje claro al mundo: todos sus países eran favorables al control sobre la venta de armamento.
De forma unánime, las naciones europeas votaron “sí” a la propuesta de las Naciones Unidas para que la venta internacional de armas esté sometida al cumplimiento de las normas relacionadas con los derechos humanos por el país comprador.
Fueron siete años de negociaciones diplomáticas hasta la aprobación del tratado por 154 votos a favor, tres en contra (de Corea del Norte, Irán y Siria) y 23 abstenciones.
El “sí” a la propuesta de la ONU fue celebrado por las organizaciones partidarias del control del comercio de armas. “Es un mensaje claro a los traficantes de armas que abastecen a los señores de la guerra y a los dictadores: su tiempo ha acabado”, consideró Anna Macdonald, representante de Oxfam Internacional.
“Con el tratado, el mundo decide finalmente poner fin a la falta de límites en la transferencia internacional de armas”, dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Ocho meses después, el mundo parece no responder con tanta rapidez a la necesidad de hacer efectivo ese control. Como ejemplo, ninguno de los 28 países miembros de la UE ha ratificado aun el documento. Además de conseguir que el acuerdo sea una norma válida en los países firmantes, cabe preguntarse cuál será el impacto real de esa decisión.
Aunque el protagonismo en la producción y exportación de armamento se atribuye a Estados Unidos, Rusia y China, la UE tiene un papel clave en este comercio internacional. Sumadas las ventas de los países europeos, éstas sobrepasan los 10 billones de euros hasta superar las cifras de EEUU, primer exportador mundial. Y entre el listado de las naciones de destino de las armas europeas están países con graves vulneraciones a los derechos humanos como Afganistán o Siria.
La firma del Tratado sobre el Comercio de Armas fue acompañado de declaraciones entusiastas por parte de los responsables políticos europeos que entran en abierta contradicción con la actitud de algunos de los grandes países de la UE a la hora de vender armas.
Así, mientras Laurent Fabius, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, calificaba el tratado como “el mayor paso para garantizar los derechos humanos, la leyes de protección humanitaria y la estabilidad internacional”, los datos oficiales de la UE muestran que el país galo exportó en 2011 armas por valor de 3.600 millones de euros y que su mayor comprador fue Arabia Saudí, un estado donde se cometen graves violaciones de los derechos humanos.
También el ministro español José Manuel Soria calificaba la firma como “un momento histórico”, a pesar de que las últimas cifras revelan que España se ha convertido en el segundo mayor exportador europeo de armas y de que tiene entre sus clientes a países en conflicto como Israel. Vistas estas cifras, parece llegada la hora de que la Unión Europea empiece a predicar con el ejemplo.
