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Mago en Madrid

Vista interior de Mágica Planet, una tienda de ilusionismo. Foto: Xavier Gómez Muñoz
Vista interior de Mágica Planet, tienda de ilusionismo en Madrid. Fotografías: Xavier Gómez Muñoz

En la fachada de Servando Batanero 50, Ascao, una tienda se distingue de sus iguales por sus paredes moradas, el dibujo de un mago con chistera y nariz de payaso, vitrinas con maniquíes, trajes de lentejuelas y artefactos raros. Arriba, en un letrero metálico, se lee: Mágica Planet, venta de artículos de ilusionismo, naipes póker, bromas… y un sinfín de magias.

Suena el timbre. Raúl Jiménez –49 años, pelo rizado– abre la puerta. Viste de negro. Explica, amablemente, que es el encargado de administrar la tienda, donde además se ofrecen servicios de “profesionales y profanos” practicantes de la magia, para eventos y compromisos sociales.

Raúl Jiménez, conocido en la escena artística como Raúl 'El Mago'.
Raúl Jiménez, conocido en el mundo del ilusionismo como Raúl ‘El Mago’.

Luego de un recorrido breve por el lugar. Raúl ‘El Mago’, como es conocido cuando pisa el escenario, cuenta que se inició en el oficio desde niño, pero se considera profesional desde los 15 años, cuando hizo su primera presentación para un público.

Después vino la etapa de autodidacta: “hay que estudiar mucho para ser un buen mago”, sentencia Raúl. Por eso, él pasó por algunos de los talleres que se ofertan en las escuelas de magia de Madrid y, como hay que decidirse por algo en la vida, decidió especializarse con los naipes.

Raúl ‘El Mago’ se considera afortunado de vivir y ejercer su profesión en Madrid, “uno de los centros mundiales de la magia, junto con Nueva York”. A diferencia de otras ciudades, apunta, Madrid cuenta con un público importante y teatros dedicados específicamente a este arte, como El Teatro Encantado, La Escalera de Jacob o la Grada Mágica.

Su influencia o referente principal es el mago español Juan Tamariz, a quien, dice, “tengo la suerte de conocer”. Su turno de la noche está por terminar (20:00 horas). Mientras acomoda algunas cajas y mueve un par de maniquíes en la tienda, precisa que la tecnología no ha reemplazado a la magia, como se ha dicho más de una vez desde las ciencias sociales, sino que más bien se usa para mejorar el espectáculo. La magia es lo que le da sentido a mi vida, concluye. Cierra la tienda. Y se despide, entre la oscuridad de la noche.

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