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¿Conoces los Jardines del Campo del Moro?

A diario, multitud de madrileños pasa por la Cuesta de San Vicente: a pie, en coche o en autobús. El atronador tráfico entre la Plaza de España y Príncipe Pio parece no tener límites. Durante las 24 horas del día se escuchan los vehículos que tranquetean sobre el asfalto. Sin embargo, justo donde no te lo esperas, se encuentra una pequeña oasis de tranquilidad: Los Jardines del Campo del Moro.

Una de las sendas de los Jardines del Campo del Moro. Foto: Nicole Ris.

Si hubiésemos estado en este mismo lugar hace unos cientos años, entre 1100 y 1200, desde luego no nos hubiesemos encontrado con sendas, estatuas escondidas o una vegetación diversa, sino con los musulmanes que aquí acamparon con sus ejércitos y que al final le dieron el nombre al parque.  Aquí, antiguamente, también se realizaron cacerías, justas y torneos. Hoy, sin embargo, sus visitantes pueden pasear tranquilamente por los caminos sin tener la espada a mano.

Esta zona, que está enclavada entre el Palacio Real y el Río Manzanares, y que se encuentra justo al lado de Príncipe Pio, es un cambio agradable en medio del tumulto cotidiano de Madrid. Pasando por su puerta principal, en el Paseo Virgen del Puerto, bajamos una escalera y se nos abre una amplia vista hacia una pradera verde y el palacio. A menudo, en las Praderas de las Vistas del Sol, se ven parejas de recién casados haciéndose fotos.

Desde este punto de partida, un terreno de veinte hectáreas espera a ser explorado. Recorriendo los pequeños senderos que parten de la entrada, uno olvida por completo que la próxima calle ruidosa no está lejos, cuando el sonido del tráfico se enmudece de repemte y es reemplazado por el de las aves, el crujido de los pies al pisar pequeñas ramas y las hojas caídas, y de vez en cuando, las voces de algunos visitantes que se han atrevido a adentrarse.

Aquí y allá hay pequeños rincones con bancos al lado de los caminos que están inundados por arbustos, helechos, estatuas escondidas y árboles cuyos troncos están cubiertos de plantas trepadora. Las pequeñas sendas muchas veces nos guían por lugares apartados y encantados.

Al final, siempre desembocan en algún camino principal y más amplio que abre la vista a casetas, praderas, fuentes o también a un charco que es el hábitat de varios tipos de patos y dos cisnes negros. Además, algún que otro pavo real pasea por aquí y llama la atención de la gente que se para a mirarlos con la esperanza de que abran su abanico majestuoso. Justo al lado del charco, encontramos el Museo de Carruajes, que fue abierto después de la Guerra Civil española y la reapertura del parque en 1960. Algunos ejemplares de la colección del museo, como por ejemplo un carromato del siglo XVII, se pueden ver en el exterior. 

Como otros jardines, la historia de los Jardines del Campo del Moro es larga y se extiende durante varios siglos. La idea de explotar esta zona ya la tuvo Felipe II en el siglo XVI. Sin embargo, fueron sus sucesores Carlos III o Isabel II quienes encargaron la planificación del parque a arquitectos y jardineros. Pero ahora, no solo es lugar de paseo de la realeza, sino para cualquier ciudadano que desee deleitarse con sus bellos paisajes.

En definitiva, esta joya verde nos ofrece una buena oportunidad para escapar de la rutina y perderse en sus pequeñas y grandes sendas, mientras irradia paz,  algo de lo que hoy en día disfrutamos demasiado poco.

Nicole Ris

Soy de Berlín y viví una gran parte de mi vida en esta ciudad. Aparte de Berlín he vivido entre otros en España, Hungría y Chile. Ahora mismo otra vez vivo en España y llevo 1,5 años aquí. Después de haber trabajado por varios años hice la carrera de Ciencias Culturales (especialidades Ciencias Sociales y Historia Cultural), la cual terminé en abril de este año. Gracias a varias prácticas ya podía ganar experiencia laboral en la radio y la redacción de una producción televisiva.

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