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Love of Lesbian. Mágicos en su Gran Truco Final.

«Frente al estadio ya cantabais sus temas, primeras filas vuestra obsesión»… Y así fue, una predicción que lleva cumpliéndose año tras año. El pasado 18 de noviembre los catalanes Love of Lesbian aterrizaron en Madrid (WiZink Center) a punto de poner punto y final a su gira El Poeta Halley. Los dos últimos asaltos serán este fin de semana en Barcelona, en su hogar, los días 24 y 25.

Julián Saldarriaga (guitarras), Ricky Falkner (bajo), Oriol Bonet (batería), Jordi Roig (guitarras) y Danie Ferrer (teclados) aparecerían con algo de retraso en el escenario, el público, que ya comenzaba a impacientarse, es ahora una masa enfervorecida que jalea todo tipo de piropos… Pero aún falta alguien, el alma del grupo, la voz de los lesbianos, Santi Balmes. No tardarían en sonar los primeros acordes de Cuando no me ves y en la principal pantalla gigante del escenario se intuiría la figura de Santi, quien despejaría toda duda en cuanto hiciera vibrar su inconfundible voz rasgada.  Sabe que todos estos que miran atónitos hacia el escenario están ahí por él, es una estrella, no rehuye su condición y por eso renuncia al ascetismo en favor de ese puntito hortera que tanto nos gusta… Aunque con maneras de divo y llevando su peculiar sombrero de Poeta Halley se nos muestra en carne y hueso, porque sí, él también es humano.

Fuente: Facebook oficial de Love of Lesbian

 

Un antiguo Palacio de los Deportes de Madrid prácticamente hasta la bandera, de entre el público ahí presente se saca un denominador común, en su mayoría está compuesto por lo que podríamos definir como viejóvenes. El grupo tiene ya un recorrido y eso se nota, muchos de sus fans acuden incluso con sus pequeños. Sin embargo, en las primeras filas podemos ver a los más jóvenes (entre los que debo incluirme), también los hay, tranquilos que hay futuro.

De aquí en adelante,  casi 3 horas de concierto, dónde habrá tiempo de sobra para escuchar el nuevo álbum de la A a la Z y también para rescatar sus temas más conocidos y clásicos. Así, después de abrir con Cuando no me ves y Bajo el Volcán vendría una retahíla de viejas conocidas pero que aún conservan toda su fuerza; Allí Donde Solíamos Gritar, La Noche Eterna/Los Días No Vividos, Nadie en las Calles, La Niña Imantada y Maniobras de Escapismo.

«Tenía ideas para huir de aquí
maniobras de escapismo
¡qué ingenuidad!»

Estas palabras forman parte de Contraespionaje, que sería interpretada mano a mano con Coque Malla. Posiblemente uno de los mejores temas del último álbum y también de su carrera. Ingenuidad ninguna, saben muy bien como transportarnos desde el anterior tema (Maniobras de Escapismo, 2005) a unos 12 años más tarde, al presente, y sin inmutarse. Aprovecharán este momento para agradecer el apoyo del público a lo largo de todos estos años, recordando una anécdota de aquella primera ocasión en que tocaron en Madrid; «solo vinieron dos personas a vernos y a mitad del concierto se fueron». Palabras de agradecimiento también para el equipo y para Joanra (quién abandonó el grupo recientemente) preceden Los Seres Únicos.

Volvemos a Halley con Los Males Pasajeros para rápidamente transportarnos de nuevo en el tiempo, esta vez a 1999, fiesta absoluta. Y sin embargo, después de este subidón deciden emplear un piano y una voz para cambiar por completo el ritmo del concierto con Voy a Romper las Ventanas, pero esto no estropea para nada el show, incluso todo lo contrario.

Fuente: elrescatemusical.com

Ya habrá tiempo para descansar, volvemos a esos sonidos más bailables de la mano de Belice y  también con los nuevos temas; Incapacidad Moral Transitoria (una canción puramente sexual, que Santi aprovecha para desnudar su torso delante de todos, consciente de este contexto) y El Yin y el Yen con un sonido muy electrónico. Del sexo y complicidad total, al más absoluto desprecio, como la vida misma… Momentazo.

Un concierto sin globos gigantes sobrevolando nuestras cabezas, ni es concierto ni es nada. Mientras parte del público se fascina con estas esferas como lo hace un niño que descubre las pompas de jabón por primera vez, suenan Algunas Plantas, seguida por una canción que levantaría el autoestima hasta del tío más pesimista que puedas conocer, Me Amo. Toca presentar a la banda, esa que en una realidad alternativa se aunaría en un mismo ser para convertirse en «John Boy». Locura absoluta, estamos ante el tema más cantado del grupo, sin duda, y eso se nota. Casi sin fuerzas, ellos y nosotros, momento de tener un breve respiro. Para amenizar el breve descanso en la pantalla presidencial del escenario aparecería un rostro conocido, el Mago Pop, que nos deleita con un truco, pero no será El Gran Truco Final, para ese ya habrá tiempo… ¡Aún ni ha comenzado el segundo bis!

Y qué mejor manera de reanudar el espectáculo que con Segundo Asalto, todo está medido en este concierto, pero como en los mejores trucos, siempre hay hueco para la magia… Y aquí hay mucha. A petición de Santi, las 14.000 almas que abarrotaban el WiZink encendían las linternas de sus móviles y conseguían crear una atmósfera única, uno de los momentos más especiales de la noche. Nos atraparán aún más en ese lugar tan magnético con Oniria e Insomnia, Psiconautas y Manifiesto Delirista. Y aunque hay lugar y momentos para soñar, también para bailar, el segundo bis llega a su fin con Toros en la Wii / Fantástico. Es una noche especial, emocionante, y también es una fiesta.

Ahora sí, estamos llegando al final, al gran truco final. No podía faltar, canción obligada, Incendios de Nieve. Todo el público es un mismo pulmón, una de las canciones más sentidas en la discografía del grupo y en la de la vida de muchos. Y si esto no era suficiente para emocionarnos, Balmes decide echar mano de una guitarra acústica. No puede ser otra… Poeta Halley,  ya no hay efectos especiales, ni fuegos artificiales… Todo es magia, y realidad, y sucede al mismo tiempo. Una de las canciones más sinceras, íntimas y poéticas que ha compuesto Balmes, rematada con un broche de oro con el que cualquier artista soñaría poder contar. Silencio en el Palacio, ahora solo se escucha y ve -como si todo lo demás no importara- a Joan Manuel Serrat. Pura emoción en los ojos de Balmes, lágrimas en los de Oriol a la batería, también en las de muchos de nosotros. Aplausos, durante largo rato, y aún así no el suficiente, no sería posible. Un último adiós, para esos que aún queremos dar «un paso a ras de cielo» como aquél Planeador.

Fuente: elrescatemusical.com

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