Entrevistas

Wilfried Strehle: «Elegí la viola casi por vagancia, en aquella época había poca competencia»

Wilfried Strehle, nació en el suroeste de Alemania en 1974. Estudió en las academias de música de Stuttgart y de Detmold como discípulo de Tibor Varga. En 1971 ingresó en la Orquesta Filarmónica de Berlín y desde 1984 es viola solista conocido tanto nacional como internacionalmente. Trabaja como profesor de viola y música de cámara en la Universidad de las Artes de Berlín e imparte clases en diferentes países. También lo ha hecho en España.

Wilfried Strehle, viola de la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Wilfried Strehle, viola de la Orquesta Filarmónica de Berlín.

Virginia Blanco: En cuanto a su trayectoria profesional, ¿por qué eligió la viola como instrumento?

Wilfried Strehle: Me da vergüenza confesar que fue casi por vagancia. En mis tiempos, fui un buen violinista, pero no había violas, no había competencia y vi que muy rápido podía llegar muy lejos. Como violinista, mi fuerte era el sonido. Cuando empecé con la viola, me gustó. El sonido del instrumento para mí es como la voz humana.

V.B: La Filarmónica de Berlín es una de las mejores orquestas del mundo. ¿De qué forma le están afectando los recortes y la crisis?

W.S: No le afectan. Incluso en los peores tiempos, cuando la guerra, se siguieron dando conciertos. El público es estable y hay muchísima demanda. Todos los conciertos se venden íntegramente y no importa dónde sean. La Filarmónica tiene una tradición y se valora su imagen.

V.B: En España, una de las mayores quejas que existe en el gremio es el envejecimiento del público de música clásica. ¿Ocurre lo mismo en Alemania?

W.S: El problema existe en todos los sitios. En los colegios no se da importancia a la música y esto es un problema universal de la educación. Sin embargo, yo soy optimista. La experiencia me dice que cada vez hay más participantes y más jóvenes, como ocurre en el Festival de Salzburgo. El problema de los jóvenes es que debido a la radio y la televisión, no se concentran en una cosa más allá de tres minutos. Y en la música clásica, un movimiento puede durar diez o veinte minutos.

V.B: ¿Quiere decir que la sociedad, en general, no ayuda a que la gente joven se interese por la música clásica?

W.S: Sí, por ejemplo, nunca entrarás en una tienda de ropa y escucharás música clásica. Es otro tipo de música la que hay. El problema también está en que los jóvenes ven con muchos prejuicios esta música, piensan que sólo somos conservadores y académicos, y no se sienten identificados. Por eso, ahora se ve que las nuevas generaciones de música clásica intentan cuidar más su imagen y buscan algo más comercial. Las carátulas de los discos parecen de modelos.

V.B: En España se intentó por parte de algunos políticos que la asignatura de música perdiese importancia. ¿Esto ocurre también en su país?

W.S: Desgraciadamente, sí. Creo que se debería tener en cuenta el exitoso sistema de Venezuela. Han sacado a gente de las drogas con educación musical. No entiendo que en Europa se siga el camino contrario. En Alemania, en épocas de crisis la política recorta la cultura. Por ejemplo, en Berlín, se intentó que tres óperas se fusionasen, aunque no se logró. En España yo veo que hace treinta años la oferta cultural era más pequeña, pero me ha asombrado su crecimiento. No sólo se construían salas, sino que el interés del público aumentaba y las llenaban más que en el resto de Europa.

V.B: Entonces, ¿le gusta España?

W.S: Ya de joven venía a España de vacaciones y me gustaban la mentalidad y el carácter de la gente. Cuando acabe la orquesta, mi sueño es venir a vivir a aquí, tal vez alguien que lea esto pueda hacer mi sueño realidad. Me gustaría dar clases, pero puede que la crisis me afecte en este sentido. Las cosas están difíciles.

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