CineCulturaOpinión

«Sueño» (Kim Ki-Duk, 2008)

«Es difícil decir que el mundo en que vivimos sea una realidad o un sueño».
Hierro 3, Kim Ki-Duk

¿Cine vanguardista coreano? ¿Por qué no? Un amigo me recomendó hace ya algunos años El Arco de este cineasta y desde entonces entró en mi lista de «directores a los que seguir la pista».

Recuerdo que de El arco me impactó no solo cómo se contaba el conflicto interno de un personaje de otra cultura distinta a la nuestra, sino aún más todavía el simbolismo y la belleza de los planos que lo acompañaba. No había experimentado un cine más pausado, emocional y complaciente nunca. Parece como si todo filme necesitara una poderosa acción para hacer avanzar a la trama, pero entonces llega Kim Ki-Duk para mostrarnos que cuando no pasa nada también está pasando algo, y que la acción consiste en un cúmulo de detalles que de repente explotan y se hacen visibles cuando se acaba la película.

Ki-Duk está siendo un director muy prolífico, y como si desde que descubriera el cine no hubiera parado de hacer otra cosa, suma ya un total de 20 películas escritas y dirigidas por él, estrenadas cronológicamente con una diferencia de prácticamente  un año.

Parada de imagen: expresionismo gore de Ki-Duk
Parada de imagen: expresionismo gore de Ki-Duk

Es sobre todo ¿infamado? por sus experimentos; por ejemplo, rodó en solo pocas horas con al menos 20 cámaras su largometraje Real Fictiony por sus cruentas puestas en escena: cuando se proyectó La isla en el  Festival Internacional de Cine de Venecia uno de los críticos se desmayó. Aunque hay que decir que películas como El arco y Primavera, verano, otoño, invierno… Y primavera ponen de manifiesto que también sabe cómo matar a sus personajes supliendo las acciones mortales por simbólicas y bellas recreaciones poéticas que remiten a la muerte. En Dream no nos libramos de horribles y macabras imágenes de Ki-Duk, pero se la recomiendo a cualquier lector que pase por aquí por la originalidad de su argumento.

Parada de imagen: Jin y Ran, perfecto Ying-yang
Parada de imagen: Jin y Ran, perfecto Ying-yang

El caso es que, en esta ocasión, su fantasía es filosofía o su filosofía es fantasía, y como quiera que sea responde de alguna manera al sentido de los sueños. No tenemos por qué ser tan egocéntricos y fieles a Sigmund Freud: a lo mejor nuestros sueños no son nuestros. A lo mejor esos sueños que recordamos como si los hubiéramos vivido de verdad no nos quieren decir nada de nosotros mismos, sino que forman parte realmente de la vida de otra persona.

Jin es un artista que despierta de una pesadilla en la que ha provocado un accidente de tráfico. Tan real lo siente que coge el coche y va al lugar exacto a dónde ha ocurrido y descubre que el accidente ha tenido lugar de verdad; aunque las pruebas físicas demostrarán que él no es el culpable, sino Ran.

Y… ¿Cómo puede un sueño convertirse en realidad? Una conexión oculta emergerá entre los dos: Jin jamás recordaba lo que soñaba hasta el día en que el anhelo que movilizaba su soñar lo unió con Ran.

Al intentar explicarse lo sucedido descubrirán que cuando Jin duerme, Ran protagoniza inconscientemente lo que él sueña, o en otras palabras, que ella experimenta un extraño sonambulismo tele-psicodirigido por el Jin durmiente; y para romper este extraño hechizo, lo único que han de hacer es enamorarse el uno del otro y dejar de pensar en los respectivos ex-novi@s. Esto desembocará en una trama muy fuera de lo común: dos personas unidas por un mismo sueño que a la vez es diferente para los dos y que en el fondo ninguno de los dos querrá realmente vivir:

RAN
¿Yo haré todo lo que usted sueñe?
JIN

Creo que sí…

Planteando un mundo al revés, Ki-Duk nos propone que dos personas pueden unirse mágicamente por el amor u odio que sientan hacia otras dos, sus respectivas ex-parejas, y que si lo normal es que uno bajo ningún concepto quiera padecer de insomnio aquí el juego consista en un aguanta como puedas, pero por lo que más quieras, no cierres los ojos.

Parada de imagen: "No te duermas, Ran."
Parada de imagen: «No te duermas, Ran.»

El guión atrapa al espectador poniendo la intriga en el contenido de los sueños -¿hacia dónde les conducirá todo esto?-, y esta curiosa trama, que avanza aunque ellos intenten que no siga más, regala frases sutiles al más romántico y situaciones que sonsacan la sonrisa -que no la risa- por la peculiaridad y sinceridad que derrochan las reacciones de los extraños personajes que la soportan.

Aún empezando la película por el incidente desencadenante, y conociendo el conflicto desde los primeros diez minutos, gracias a una multitud de pequeños reveses o descubrimientos -que solo serían creíbles en una cultura oriental-, una cuidada poesía visual -que tanto caracteriza a Ki-Duk-, puntos de giro impredecibles, intromisiones de secuencias esperpénticas que desencajan la cara del espectador pero mucho le explican, y situaciones surrealistas que, en ocasiones, ponen en duda la credibilidad de lo que experimentan estos personajes (cabría decir que los únicos cuerdos de toda la historia son los dos policías) en un santiamén se llega, como si no hubiera pasado una hora y media, a un final poético lleno de sensibilidad que solo podía ser firmado por otra reencarnación de este cineasta.

https://www.youtube.com/watch?v=aElck-HGDhk

Una vez yo, Chuang Tse, soñé que era una mariposa que revoloteaba sin rumbo libando aquí y allá, satisfecho con mi suerte e ignorante de mi estado humano. Al despertarme, bruscamente descubrí sorprendido que era yo mismo. Ahora ya no sé si fui un hombre que soñaba ser una mariposa o si soy una mariposa que sueña ser un hombre.                              Chuang Tse – Maestro Taoísta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *