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Pedaleando por el barrio. El nuevo carril-bici en la Calle Ferraz

Lo que hace diez años aún se vio poco, hoy más y más se está convirtiendo en una imagen normal por las calles de Madrid: el número de los ciudadanos que cambian su coche o los transportes públicos por la bicicleta está creciendo constantemente y marca la tendencia hacia una movilidad más sostenible que, sin embargo aún busca encontrar comprensión por los carriles madrileños.

Imagen cedida por enbicipormadridLa nueva tendencia está apoyada por el ayuntamiento madrileño, que pretende realizar un transito de un modelo de ciudad tradicional a un modelo de ciudad sostenible, y además quiere promocionar el transporte público, mejorar la calidad de aire en la capital y disminuir sus tramos.

Según el ayuntamiento las vías ciclistas de la urbe que de momento cuentan con unos 283 kilómetros de ruta, serán ampliadas a setenta kilómetros más dentro del próximo año y abrirán un abanico de posibilidades para pedalear entre los barrios de la ciudad.

Mientras por el barrio de Salamanca y la Ciudad Universitaria los ciclistas de la capital española ya encuentran vías bien elaboradas de color rojo que están incorporados en la acera o metidas en el carril derecho, y que ofrecen algo más de seguridad, hace poco también por la zona de Argüelles se han pintado las calzadas para marcar un bicicarril.

Los nuevos carriles para el vehículo alternativo son parte del proyecto “10-M” que tiene como objetivo crear un anillo nuevo para los autobuses y las bicicletas, y a la vez quitará hasta dos carriles a los conductores. Dentro del “10-M” se encuentran los paseos de Recoletos y del Prado, y las rondas de Atocha, Valencia y Toledo, pero también figuran las Calles Bailén y Ferraz, tanto como Alberto Aguilera, Pintor Rosales y Marques de Urquijo del barrio de Argüelles.

En contraste con los carriles bici por la Ciudad Universitario o el barrio de Salamanca sin embargo, estas vías ciclistas no son ni pintadas de color rojo para hacerlas más visibles, ni separadas del tráfico, sino están incorporadas en los carriles normales y marcadas con un círculo blanco en la calzada que pone cero un ciclista .

Hace ya más de un año que yo mismo voy en bici por Madrid y sé bien de los desafíos diarios que se pueden enfrentar a uno pedaleando por el urbe. El mayor desafío son los madrileños mismos que por no tener mucha cultura ciclista como por ejemplo los berlineses, no están acostumbrados a este medio de transporte por las calles y que por eso parecen tener poca comprensión. Muchas veces los conductores al doblar a la derecha ni se fijan si hay otro vehículo por el carril derecho, o asimismo al pasar por delante no respetan un espacio mínimo de distancia de 1,50 m.

La ampliación del sistema de las vías ciclistas entonces no parece una mala idea para revolucionar las calles y conseguir una convivencia más armónica y menos peligrosa entre conductores y ciclista.

El caso de la Calle Ferraz

En la Calle Ferraz entonces hace poco se ha inaugurado uno de los nuevos bicicarriles prometidos, que está metido al lado izquierdo del carril autobús a la derecha. Aquí ahora los conductores en uno de los dos carriles se comparten el espacio con las bicicletas y no pueden superar una velocidad máxima de treinta kilómetros por hora.

Además, para los ciclistas se ha reservado un espacio frente de los coches en los semáforos de la calle, que da la oportunidad de salir con más seguridad una vez que el semáforo esté en verde.

A la primera vista esto suena muy prometedor: un carril que le permite al ciclista andar sin el miedo de estar chocado de detrás por conductores a alta velocidad y que además respeta su velocidad menor al tomar la salida con un espacio extra en los semáforos.

En la práctica sin embargo es algo diferente

Sólo pocos conductores parece siguen a la nueva norma de mantener una velocidad de treinta kilómetros por hora en el carril compartido, y en especial al doblar a la derecha para entrar a otras calles el ciclista se puede reencontrar en una situación desagradable y a la vez peligrosa: entre el conductor de detrás y el flujo de autobuses y taxis (y también algunos coches) en el carril derecho.

El espacio extra incorporado para la bicicleta en los semáforos sin embargo sí sirve porque así uno lleva una ventaja para aumentar la propia velocidad.

El carril de bicicleta en la Calle Ferraz es un buen intento para integrar el vehículo al tráfico madrileño, sin embargo se nota que aquí se ha ahorrado no sólo dinero sino también un esfuerzo de pensar en la seguridad del ciclista.

Una vía ciclista tiene que ser más visible y separada del demás tráfico para aumentar la seguridad y movilidad de su usuario. En este caso otras ciudades como por ejemplo Berlín que siempre ha tenido la tradición de pedalear, pero también Sevilla o San Sebastián son ejemplares para una mejor infraestructura de los carriles bici que permiten el uso y disfrute de este medio de transporte barato y sostenible.

No obstante, para acostumbrar la los ciudadanos a la presencia de la bicicleta en el tráfico diario los nuevos carriles quizás sirven y también ayudan conseguir más respeto y comprensión para estas dos ruedas que cada día más encuentran nuevos seguidores.

El cambio empieza en las cabezas.

Nicole Ris

Soy de Berlín y viví una gran parte de mi vida en esta ciudad. Aparte de Berlín he vivido entre otros en España, Hungría y Chile. Ahora mismo otra vez vivo en España y llevo 1,5 años aquí. Después de haber trabajado por varios años hice la carrera de Ciencias Culturales (especialidades Ciencias Sociales y Historia Cultural), la cual terminé en abril de este año. Gracias a varias prácticas ya podía ganar experiencia laboral en la radio y la redacción de una producción televisiva.

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