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Paolo Gonzáles, un ‘sonerito’ trotamundos

Cantante invidente ganador de “Colombia tiene talento”, de cantar en las calles peruanas ahora hace bailar a todo Madrid

“Pa’ bravo yo, Pa’ bravo yo, yo te lo digo, pa’ bravo yo”, en el centro de Madrid se escucha el canto de una sabrosa salsa, una potente voz que para los peruanos y colombianos es inconfundible. Completamente emocionada, esquivo a los turistas y me dirijo hacia el público que baila y canta al ritmo de este sonero, yo sólo quiero confirmar si se trata de él.

Sábado 8 de la noche y la transitada plaza Puerta de El Sol en Madrid, acoge a un artista callejero, que retumba las calles a ritmo del son latino por excelencia. “Vamos a bailar la murga, la murga de Panamá, los muchachos se alborotan cuando la ven caminar”, canta a todo pulmón y esa sabrosura a flor de piel hace gozar a más de uno, todos se han formado en un gran ruedo para no perderse su show.

Paolo Gonzáles, ‘el sonerito’, interpreta las mejores salsas en la Plaza Puerta de El Sol de Madrid.

Sí, es él, Paolo Gonzales “El parcerito”, el talentosísimo cantante invidente que conquistó el corazón de todos los colombianos al ganar el show de televisión “Colombia tiene talento” y tras desaparecer un buen tiempo, nosotros los peruanos lo conocimos cuando llegó a buscar suerte a las limeñas calles del Jirón de la Unión y se hizo famoso en la televisión.

Este tremendo artista hace seis meses salió de Lima, cruzó el “charco” y llegó con una pequeña maleta hasta la madre patria. Nuestro encuentro fue sumamente emotivo, en Perú, el sonerito y yo nos hicimos buenos amigos, luego de la cantidad de notas periodísticas que grabamos juntos para varios programas de televisión. Verlo acá fue un golazo de media cancha.

Sin poder ver, Paolo logra reconocerme, ¿cómo lo hace? “Charito, no sabía que estabas acá, cómo estás amiga, qué alegría me da ‘verte’. Yo llegué hace seis meses, no te imaginas todo lo que he pasado”, así me recibe Paolo, en su improvisado escenario de asfalto, a unos cuantos metros de la Estación El Sol. Mientras tanto, el público le pide que siga cantando.

Rosario Victorio y Paolo Gonzáles se encuentran en Madrid.

Paolo, coge el micrófono de su envejecido parlante portátil y anuncia que se viene una salsa dura de Héctor Lavoe… “Era bonita pero traidora, ella era… Juana Peña ahora me llora”, canta y baila y no pierde el ritmo. El público emocionado, entre latinos y españoles, no deja de aplaudir esa tremenda voz con que Paolo fue bendecido hace 37 años.

“Tomar la decisión de venir a España no fue fácil, pero estaba atravesando unos problemas emocionales y decidí viajar para conquistar la madre patria, vamos a ‘ver’ qué tal me va con la bendición de Dios. Yo soy un trotamundos no puedo quedarme quieto en un solo lugar. Me gusta ‘ver’ nuevos paisajes”, me responde “el sonerito” con una picardía única y todos ríen, es que Paolo es ciego de nacimiento.

Paolo Gonzáles se emociona al contar sus vivencias en Madrid.

“Siempre estaré agradecido a mi lindo público peruano, ustedes me acogieron, me ayudaron en las calles, yo los amo a todos. Llegar a Madrid es un cambio en mi vida, pero todos me están tratando bien. Estoy ganando platita y así le mando a mi familia en Lima y en Colombia. Acá me tuve que empadronar para ser un artista callejero. La policía no me bota de la calle, el público disfruta del show tranquilo y para mí esa es la mejor recompensa”.

Mientras Paolo me cuenta, el público está en silencio, todos quieren saber más de él. “Extraño mucho a mis hijitos en Perú y a mi hijo en Colombia. La vida es dura, pero todo lo hago por ellos. No me quiero poner triste”.

“El sonerito” se quiebra y se aguanta las lágrimas, todos sentimos su pena. El colombiano es un cantante extraordinario, un invidente que nos demuestra que nada es impedimento para salir adelante, pero finalmente, es un hombre como cualquiera, un inmigrante que ha llegado hasta este país desconocido para hacer patria y trabajar duro por su familia.

“He cambiado los soles por los euros, quién diría que cantaría en España, ni yo me la creo”, Paolo se ríe mientras recoge una lata donde su público ha ido poniendo unas monedas para él.

“Ya me tengo que ir Charito, espero volver a ‘verte’. Gracias a todos por escucharme cantar, que Dios me los bendiga siempre”, Paolo recoge su parlante y lo empuja en un cochecito. Lo veo alejarse, perderse entre la gente, camina lento, pero con una sonrisa, su corazón está tranquilo, sabe que está luchando lejos de su patria, pero el esfuerzo siempre, siempre valdrá la pena. En Madrid tenemos sonerito para rato.

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