Museo Sorolla, un museo lleno de vida
En la calle General Martínez de Campos, en pleno distrito de Chamberí se encuentra el Museo Sorolla, un museo muy especial no sólo por las obras del pintor al que le debe el nombre que podemos encontrar dentro, sino porque fue el verdadero hogar de Joaquín Sorolla Basida.
Joaquín Sorolla Basida, nacido en el año 1863, es uno de los autores más prolíficos del arte español. A lo largo de toda su vida artística pasó por diversos estilos, como el costumbrismo o el impresionismo, y el tratamiento de la luz fue el interés dominante en la mayor parte de sus cuadros.
Desde su Valencia natal, el artista viviría en diversos sitios de Europa durante toda su vida, siendo París el lugar donde más aprendió y amplió su visión de la pintura. Sorolla falleció en 1923, tras haber sufrido un ataque de hemiplejía tres años antes.
En 1925 su viuda, Clotilde García del Castillo, redacta un testamento en el que dona todos sus bienes al Estado Español para que fundase un museo en memoria de su marido. De este modo surge la idea de transformar la casa familiar Sorolla, construida entre los años 1910 y 1911 bajo la supervisión del artista, en un Museo en honor a su obra.
El 11 de junio de 1932, ya fallecida doña Clotilde, se inaugura el Museo bajo la dirección del único hijo varón del pintor, Joaquín Sorolla García, como había sido el deseo de su madre. Unos años después éste haría una nueva donación al Museo, que fue aceptada en el año 1951, tras la muerte de Joaquín. Desde el año 1973 el Museo es Estatal y pertenece al Ministerio de Cultura.
El Museo Sorolla esconde una gran historia entre sus cuatro paredes, pues no sólo sirve para almacenar la obra de este prolífico autor, sino que cada rincón de éste está cargado de historias de la vida personal de Sorolla, de los momentos que compartió con su familia bajo ese techo.
Nada más entrar se puede observar el jardín que quizás pudo servir de inspiración para alguno de los cuadros del artista. El juego de luces con el agua de las fuentes y las plantas que le rodea hace que el visitante sienta que está dentro de uno de los cuadros de Sorolla.
Lo primero que encontramos al entrar el edificio es la Sala I, en la que podemos ver cuadros de todas las fases del autor, desde su Etapa de Formación hasta la Etapa de Culminación, en la cual su obra está mucho más fijada. De esta forma tenemos la oportunidad de ver diversos cuadros de Sorolla en la misma sala, como Trata de Blancas (1895) o Sobre la arena, playa de Zarauz (1910).
Las salas siguientes son mucho más personales, encontrándonos en la segunda el despacho y la sala de exposición del artista, que tiene las paredes llenas de retratos familiares, y en la tercera su estudio, lleno de ventanas que dejan pasar la luz que tanto le caracterizaba.
En el resto del Museo nos podemos introducir de lleno en la vida Joaquín Sorolla, ya que se trata de diferentes estancias de su casa familiar, modificadas cuando ésta se convirtió en un museo, pero aún así llena de historias y recuerdos.
De esta forma nos podemos pasear por el salón donde pasaban las horas la familia, el comedor decorado con los retratos de su mujer y sus dos hijas, el lugar mejor conservado del museo, o la salita ante-comedor, que separa ambas estancias. Así somos capaces de ver con nuestros propios ojos donde vivió Sorolla con su familia, cómo esta casa influyó en su obra y las habitaciones donde nacieron algunas de sus obras más importantes.
Puede que el Museo Sorolla no sea el más grande o el más conocido de Madrid, una ciudad llena de fantásticos museos y galerías de arte, pero sí que es una parada muy recomendada para todos aquellos enamorados del arte o los que simplemente quieran conocer un poco más sobre la vida de un artista muy importante de la historia del arte español.