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Los cromos, un objeto revalorizado que mueve masas

La plaza de Quintana es uno de los lugares más concurridos de Ciudad Lineal la mañana del domingo. Aquí se celebra desde hace ya más de treinta años el mercado de los cromos, donde niños y adultos pueden cambiar, comprar o vender láminas de todas las colecciones que haya en el momento. Este mercado es uno de los más tradicionales de Madrid y quizá uno de los más frecuentados en su categoría.

Fue la empresa Panini la que en 1961 comenzó con el fuerte tirón de los cromos, sobre todo por las colecciones de fútbol, unas de las más deseadas en esta pequeña plaza. Desde ese momento, son muchos los que quieren hacerse con cromos para completar una colección, y eso mismo es lo que intentan cada fin de semana en Quintana. Aquí hay cromos de todo tipo, no sólo de fútbol, hay estampas de Invizimals, Hello Kitty o Monster High, cientos de cromos que se intercambian, pero que también se venden.

Intercambio de cromos
Momento de intercambio de cromos. María López

Son muchos los vendedores que tienen un puesto, cada cromo vale unos diez céntimos, pero si son imágenes más importantes, como por ejemplo un último fichaje, el precio sube y va desde los 50 céntimos hasta los tres euros. Aunque alguna vez “ha aparecido algún aficionado que ha llegado a pagar entre 350 y 500 euros por hacerse con el álbum completo de alguna colección”, asegura uno de los dueños de los puestos de tan revalorizado objeto.

Andrés González, un niño de ocho años, viene acompañado de su padre para intentar hacerse con la ilustración de Messi. “Todo el mundo quiere los cromos de los mejores jugadores, Messi y Cristiano Ronaldo son los más importantes, pero casi nunca tocan”, afirma Andrés. Aunque bien es cierto, que estas últimas semanas son muchos los que desean la estampa del también jugador del FC Barcelona, Sergi Roberto, quizá por los buenos partidos que viene realizando.

Plaza de Quintana
Plaza de Quintana un domingo cualquiera. María López

Pero esta plaza no sólo es conocida por el intercambio de cromos. Aquí, entre semana, los jubilados son los que ocupan sus mesas y bancos y se dedican a pasar mañanas y tardes jugando al ajedrez o echando una partida al mus. Da lo mismo que haga frío o calor, los vecinos del barrio se las ingenian frente a las inclemencias del tiempo. En invierno son los cartones a modo de cojines quienes les acompañan, y en verano grandes paraguas para resguardarse del sol.  Aquí todos se conocen, todos tienen sus parejas para las partidas de cartas y también saben quienes son los grandes rivales al ajedrez.

A la plaza de Quintana no le falta público, bien entre semana o cada fin de semana, está atestada de gente. Jubilados, o padres con sus hijos, abuelos con sus nietos, y coleccionistas de los de toda la vida buscan diversión y por qué no, aquel cromo de esa colección que nunca terminaron.

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