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Lavapiés podría nombrar una de sus plazas como la de Arturo Barea

La popularmente conocida  como “Plaza de la corrala” podría ser llamada “Plaza de Arturo Barea” debido a que el Pleno de la Junta Municipal de Centro ha aprobado llevar la propuesta a la Junta de Gobierno del Ayuntamiento.

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Esta es una muy buena noticia para la memoria de la figura de Arturo Barea, un escritor prácticamente desapercibido en la saga de escritores madrileños del siglo XX y al que George Orwell describió como «una de las adquisiciones más valiosas de las letras inglesas por causa de la persecución fascista». Si bien el autor nació en Badajoz en el año 1897, se trasladó muy joven a Madrid, donde residió durante gran parte de su vida y murión, ya en el exilio nada fácil en 1957.

El trabajo más conocido de Arturo Barea es “La forja de un rebelde”, que es una novela autobiográfica. Esta es una trilogía dividida en tres etapas de la vida de Arturo Barea. A lo largo de la obra se muestra perfectamente la tensión que precede a la guerra. Tanto los momentos que anteceden a la Guerra Civíl, que describe con detalle desde un lado humano, cercano a lo que se movía en el pueblo llano y hasta el sentir que precedía a la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial desde la perspectiva del exilio y de una Europa a punto de estallar.

La primera de ellas, “La forja”, habla de su niñez en Madrid, de cómo veía un niño una ciudad que evolucionaba a pasos agigantados y que se dividía en clases. Por un lado, la clase trabajadora representada en su propia madre, viuda, que mantenía a Arturo como podía gracias a su trabajo como lavandera. A pesar de ello, Arturo fue colocado con sus acomodados tíos, quienes representan la otra cara de la sociedad, con la que configuraría la personalidad del joven Arturo.

En la segunda parte,  “La ruta”, cuenta su vida en el servicio militar. En esta parte, Arturo da una visión completa del desastre de Annual y el mal negocio que fue para la república el involucrarse en una guerra en el Rif. Con una sensibilidad magnífica, Arturo transmite cómo vivieron los soldados arrastrados a la guerra, a la muerte, el desastre que fue arturo-barea-la-forja-de-un-rebeldela campaña de Marruecos, mientras la propaganda de la república trataba de dar una imagen normalizada de la situación finalmente.

Para acabar, “La llama” nos muestra un retrato desgarrador de la Guerra Civil. El 6 de noviembre de 1936 el gobierno de la república daba por perdido Madrid y huyó en secreto a Valencia. Madrid resistió, con una defensa férrea de la que era la capital del país. Esta parte del libro culmina con el doloroso exilio del autor, machacado por los constantes bombardeos, por la presión vivida en el intento de mantener la censura a pesar del gobierno e invadido por el miedo de perder la cordura.

Esta noticia es una oportunidad magnífica para traer al gran público una novela magnífica, desoladora y que, con una sensibilidad supina, nos da un retrato de esa España de la primera mitad del siglo XX. Como no, es también una oportunidad de recuperar la figura, la dignidad y la firmeza de un hombre como Arturo Barea.

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