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«La Maldición de Hill House»: los fantasmas que llevamos dentro

Uno de los temas más populares del género del terror es el de la casa encantada, el hogar que, en lugar de ofrecer refugio, se retuerce hasta convertirse en pesadilla. Fantasmas, pasos sin dueño, susurros en la noche, luces que desaparecen, ventanas que se rompen, apariciones, incesantes golpes en la madera. Muchas son las historias articuladas en torno a este concepto. «La Maldición de Hill House», una de las últimas producciones de Netflix, es una de ellas.

Basada en la famosa novela de Shirley Jackson, la serie narra la historia de los Crain, una familia que un verano se muda a la nada cuerda casa Hill House con intención de reformarla y venderla.

Estructurada en diez capítulos de una duración aproximada de entre cincuenta minutos y una hora, la trama se construye a través de saltos  entre dos líneas temporales: la primera, en presente, sigue la vida adulta de los cinco hermanos de la familia; la segunda, en pasado, muestra lo que ocurrió aquel lejano verano.

La decisión de mezclar ambos tiempos no es arbitraria. El hecho de mostrarnos la vida adulta de los niños protagonistas ya en el primer episodio, tampoco. «La Maldición de Hill House» no es una historia de casas encantadas al uso. Mike Flannagan, director de la serie, no está interesado en la vida dentro de la casa, sino en los efectos de vivir en aquella casa. Habla de los miedos que acompañan, de los traumas que permanecen, de las diferentes formas en las que uno se enfrenta a algo incomprensible, de los fantasmas que nunca se van.

La Maldición de Hill House. Fotograma de la serie.
La Maldición de Hill House. Fotograma de la serie.

La serie, si bien da, en ocasiones, miedo, no recae en el susto fácil, sino en crear tensión. Es un terror atmosférico, una tenue presión que te acompaña durante toda la historia de los Crain, que sale de la casa encantada, de ese tiempo pasado, y se cuela en la aparente seguridad del presente. Los fantasmas de Hill House existen no para hacernos gritar, sino para hablarnos de lo que uno lleva dentro, y lo hace con elegancia e inteligencia, con una trama bien hilvanada en la que nada, ni siquiera los recursos estilísticos, está puesto al dedillo.

Resulta sencillo interesarse por los personajes, también encariñarse con ellos. A lo largo de la historia, Flannagan nos presenta a los Crain con todas sus aristas, todos sus conflictos y diferencias, pasando de la inocencia de la infancia a las dificultades de la vida adulta.

Las relaciones entre los personajes son sin duda el punto fuerte de la serie, donde el terror sirve de fondo para tratar un drama familiar. Por eso no sorprende, tampoco, que sea la tristeza la que prevalezca sobre el miedo; por eso no sorprende, tampoco, la delicadeza con la que se trata la muerte o la pérdida, el tiempo que la serie permite que sus personajes lloren y se recompongan, la tranquilidad del ritmo con el que, lentamente, se nos revela el gran misterio de esta historia.

«La Maldición de Hill House» se estrenó el pasado 12 de octubre en Netflix. Desde entonces, ha conseguido ganarse el favor de la crítica. En España, la editorial Minúscula ha publicado varias obras de Shirley Jackson, como «Cuentos escogidos», «Deja que te cuente. Cuentos inéditos, ensayos y otros escritos» o la novela «Siempre hemos vivido en el castillo». Está previsto que este octubre saque a la venta una nueva reedición de La Maldición de Hill House, con el título «El encantamiento de Hill House».

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