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Fui sobre agua edificada, mis muros de hormigón son

La facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid es un edificio gris y grande. Es feo, en términos generales hablando,  y construido con materiales como el hormigón visto y una estética que le da a un aspecto de edificio soviético sesentero o incluso de cárcel; ya que, según se cuenta, una prisión para mujeres en un país nórdico fue la base de los planos de esta conocida construcción de Madrid. Las clases se comenzaron a dar en el año 1972, coincidiendo con la llegada a la enseñanza universitaria del periodismo y el resto de enseñanzas comunicativos. Por lo tanto, se constituye en la primera facultad que ofreció estas enseñanzas como titulaciones universitarias. Los inicios fueron difíciles y tardaron en asentarse en un plan académico duradero que no llegó hasta el año 1975. En los años anteriores, el plan se iba cambiando al inicio de cada año académico.

Imagen de la facultad de Ciencias de la Información en la UCM /Adrián Campos
Imagen de la facultad de Ciencias de la Información en la UCM /Adrián Campos

Pero el dato más importante sobre está facultad, aunque suene a broma, es que se edificó sobre un arroyo afluente del Manzanares, encima del Cantalaranas. Este último es, por tanto, el mayor defecto que tiene este edificio, al que ya se le atribuyen demasiados por su horrible estética, como he comentado en el párrafo anterior. Y es que una zona del edificio se está hundiendo por la humedad que producen las aguas que corren continuamente bajo el suelo de la cafetería, de hecho el arroyo se encuentra soterrado en su totalidad, como otros arroyos de la capital. Esta situación se ha traducido en la división temporal de esta zona en dos, lo cuál está suponiendo un verdadero caos para los alumnos que quieran usar este servicio para comer, desayunar o simplemente pasar un rato agradable.

Una facultad dividida

Si alguien quiere comer, puede elegir hacerlo en la zona del microondas o en el comedor, donde se han instalado ahora las correspondientes barras con camareros para adquirir la comida y las máquinas en las que se pueden sacar los tiques. Lo malo es la gente que va en grupo: uno quiere comer menú, mientras otros llevan tuppers con comida hecha en casa. En está situación, alguno de los dos grupos tendrá que dar la vuelta y salir a la calle para llegar con el otro, porque por el medio no se puede pasar.

Uno de los muros que se han montado para separar ambas zonas de la cafetería. Adrián Campos
Uno de los muros que se han montado para separar ambas zonas de la cafetería/ Foto: Adrián Campos

Pero eso no es todo, ya que la división ha provocado que se corte el paso y no haya un acceso real por la puerta trasera de la cafetería al edificio antiguo. Por lo tanto, si alguien quiere ir desde el edificio nuevo hasta la biblioteca, tendrá que dar un rodeo a todo el edificio por su parte lateral, o subir por las escaleras de caracol que se encuentran próximas a la entrada que da acceso a la cafetería.

Esperando una solución

Aunque la situación es crítica, o por lo menos bastante molesta, al ser una zona de bastante tránsito para los alumnos y profesores de la facultad, por ser el paso natural para ir de un edificio al otro, todavía no  han comenzado los trabajos para revertir la situación y poder poner fin a la situación lo antes posible. De las obras y trabajos de rehabilitación, todavía no se sabe nada, o por lo menos eso aparenta. En una situación así y en pleno ecuador de curso, debería actuarse rápidamente para revertir este problema, pero como todos sabemos y bien dice la cultura popular “las cosas de palacio van despacio”. Ahora, solo queda esperar a ver en cuanto tiempo se soluciona este  hándicap y que se haga de una manera eficaz, para que en el futuro no vuelva a aparecer.

«La cafetería, nosotros, no la vamos a llegar a ver bien ya» Declaraciones de un alumno de la facultad.

Ante esta situación, algunos alumnos han empezado a quejarse y otros se lo han tomado con bastante buen humor. Un propio compañero que usa todos los días la cafetería para comer llegaba a declarar que «ésto, nosotros no lo llegamos a ver bien ya», en una clara alusión a su escepticismo ante una pronta solución.

 

 

 

 

 

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