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El museo del ferrocarril acoge una nueva edición de «Mercado de Motores»

Un año más, más de 100 puestos de todo tipo compartieron espacio con locomotoras, trenes y otros aparatos, en el ya famoso “Mercado de Motores”. La encargada de acoger este evento es la antigua Estación de Delicias, ahora convertida en el Museo del Ferrocarril, y sede de este mercado desde 2013.

«Mercado de Motores» es un evento que abre sus puertas una vez al mes. En está ocasión durante los días 12 y 13 de noviembre, en un horario de 11 a 22 horas el sábado, y de 11 a 21 horas el domingo.  Y es que, efectivamente, se trata de uno de los mejores planes para una mañana de domingo. Hecho en el que estaban de acuerdos las miles de personas que pasaron por la estación del siglo XIX, ya reconvertida en museo al que pudieron acceder de forma gratuita. Gran parte de este gentío estaba conformado por familias, a menudo con niños pequeños que miraban sorprendidos las grandes máquinas de metal ya simplemente de exposición.

Sin embargo los verdaderos protagonistas de este mercado eran las decenas de puestos que permanecían, a menudo, camuflados entre las distintas piezas de la muestra. «Mercado de Motores» daba la bienvenida a sus visitantes. Los expositores llenos de tartas de queso, rosquillas, galletas y panadería se convertían en una para obligatoria para los amantes del dulce. Esta primera sección le daría paso a los productos ibéricos, de Castilla la Mancha y Extremadura entre otros.  

Pero no todo sería nacional, entre estos primeros puestos destacaban las coloridas cajas de cereales internacionales, que llamaban la atención de los más jóvenes. A continuación, dieron paso los productos artesanos, licores de múltiples sabores, camisetas personalizadas, miniaturas, bisutería, cosmética natural, joyas. Se hacia complicado avanzar. Los visitantes abarrotaban los puestos, mirando con curiosidad los productos y charlando con los vendedores.

Puesto de «Mercado de Motores». Fuente: Marta Gallardo

La nave principal parecía quedarse chica. Tras un fin de semana bastante lluvioso había salido el sol, y la fila de puestos seguía fuera de las cristaleras de la estación. En sus traseras se podía oler los distintos puestos de comida que conformaban la zona de restauración junto a las abarrotadas mesas y sillas, y por supuesto una barra. El mercado no acababa allí, en sus laterales, también al aire libre, se encontraban otros puestos, ya más enfocados a antigüedades y ropa vintage. Una pareja de hermanos comentaba como una prenda les recordaba a su madre. No muy lejos un chico se probaba un colorido cortavientos de la marca «Joma», pendiente de la aprobación de la chica que le acompañaba.

Una vez finalizado el recorrido por los laterales, aparecía una nueva zona de restauración. Esta vez con una oferta que iba desde tequeños, a vermut. Bebida que muchos decidieron disfrutar a ritmo de ‘Creep’ de Radiohead, interpretada por una banda que había logrado convocar a una pequeña multitud, móviles en mano.

El broche final a esta peculiar experiencia lo podrían el bautizado “Tren de Jardín”. Entre la amplia oferta de actividades dirigida a los niños, se encontraba este viaje en un pequeño tren en los jardines del museo con maquinistas incluidos.

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