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El juego germina en Aluche

Barrio de Aluche, Madrid. Hora punta de un día cualquiera. Jóvenes y adultos hacen cola para acceder a una casa de apuestas. El local, rodeado de carteles atractivos e incluso luces de neón, bulle por sus entrañas a la espera de sus nuevos visitantes. Cuenta con todo tipo de equipamiento: tragaperras, ruletas de casino o máquinas de apuestas deportivas. El fútbol se ve de forma gratuita y a la primera ronda de alcohol y comida invita la casa.

Desde 2014 los locales de azar en Madrid han crecido un 40% según datos de la Dirección General de Ordenación del Juego. El foco se centró en las inmediaciones de Aluche. Estudios del Portal Estadístico del Ayuntamiento de  Madrid confirman que en ese barrio seis de cada diez familias disponen de rentas inferiores a los 25.000 euros al año, y que por tanto es uno de los más pobres de Madrid.

Interior de la casa de apuestas Sportium de Aluche| Fuente: Apuestas El Salón Dorado.

En el periodo comprendido entre 2014 y 2017 Aluche es el barrio donde más casas de apuestas se crearon, hasta 11 nuevos locales de los 18 que abrieron en el Distrito de Latina. Dicho distrito está compuesto por siete barrios, de forma que en Aluche hay 11 locales de azar y los otros siete están repartidos entre: Campamento, Cuatro Vientos, Las Águilas, Lucero, Puerta del Ángel y Los Cármenes.

El perfil del apostante es el de un hombre de entre 18 y 43 años que vive en pareja, tiene baja renta y cuenta con poco nivel de estudios. Los informes anuales de la Dirección General de Ordenación del Juego reflejan que es una actividad mayoritariamente masculina, ya que solo el 7% de los apostantes habituales son mujeres. Entre las principales causas para caer en la ludopatía se encuentran las desgracias familiares, los problemas económicos o los cambios de domicilio.

En los últimos años el gasto de los españoles en juego se ha multiplicado de forma desorbitada| Fuente: Dirección General de Ordenación del Juego.

Asociaciones como Proyecto Hombre o Jugadores Anónimos han desarrollado o están desarrollando campañas en Aluche y Carabanchel. Por un lado pretenden concienciar, sobre todo a los más jóvenes, de los peligros del azar aunque también celebran reuniones de terapia para personas con problemas de ludopatía. Una adicción muy difícil de tratar ya que el adicto tarda de media diez años en identificar y reconocer su problema. 

Otra dificultad añadida es que la sociedad actual ha normalizado el juego. Los principales acontecimientos deportivos tienen a las casas de apuestas como sus patrocinadores, los videojuegos de esta índole también incluyen la publicidad, e incluso los deportistas hacen promoción del juego. Hasta los equipos de barrio llevan marcas de azar en las camisetas. Poco a poco se ha influenciado a una juventud que hoy es el principal damnificado.

El boom online

Más allá del crecimiento desorbitado de los locales por los barrios pobres de Madrid, otro problema es el éxito de las apuestas online. Todas las casas de juego cuentan con portales web y aplicaciones para smartphones. En el mismo periodo de 2014 a 2017 los jugadores online de forma activa crecieron de 821.000 a 1.400.000 aproximadamente, según datos de la Dirección General de Ordenación del Juego. En este caso los apostantes son mayoritariamente chicos jóvenes e incluso menores de edad, que utilizan tarjetas de crédito de amigos o familiares.

El año pasado las apuestas online generaron beneficios de 331 millones de euros. La Dirección General de Ordenación del Juego calculó que en 2017 se apostaron 5.540 millones de euros, a un ritmo de 1.613 millones por trimestre. Los pronósticos confirman un crecimiento todavía mayor a corto plazo, ya que las casas de apuestas siguen potenciando los efectos cognitivos.

Interfaz del portal web de smartphone de la casa de apuestas Codere| Fuente: propia.

La captación del cliente

El proceso de capta y consolidación del consumidor lo explicó hace 50 años B.F. Skinner. Este científico quería averiguar cómo se consigue que un animal repita muchas veces una misma actitud. Así que encerró a ratas en una caja con una palanca dentro que accionaba una recompensa. Cada vez que la rata accionaba la palanca caía comida y cuando el animal se saciaba dejaba de pulsarla.

Así, Skinner optó por que la comida cayese de forma aleatoria cuando se pulsaba la palanca. En poco tiempo logró que el animal no dejase de pulsar el mecanismo tanto si caía comida como si no. De esa forma descubrió que los animales se vuelven adictos a un sistema que les recompensa de forma variable. Un entramado que, con una recompensa distinta, es exactamente el mismo al de las máquinas de azar.

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