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«El castigo sin venganza» en el Teatro de la Comedia

El Teatro de la Comedia de Madrid acoge del 21 de noviembre al 9 de febrero la última obra de Helena Pimenta como directora, una versión de la obra original “El castigo sin venganza» de Lope de Vega. Esta crepuscular tragedia de honor oculta una profunda reflexión sobre el poder, la justicia, la responsabilidad, el amor y el deseo, ambientada en el contexto político de las ciudades-estado enfrentadas en la guerra de Italia de finales del quattrocento.

Esta obra teatral la compuso en 1631 Lope de Vega a la edad de 69 años, en la que narra la relación amorosa del Conde Federico con Casandra, la joven esposa de su padre, el Duque de Ferrara y la respuesta de este cuando descubre el adulterio. El tema principal de esta pieza es el honor, que se manifiesta en el castigo que el Duque impone a los amantes ocultando la causa real bajo una falsa causa política.

Fuente: Carmen García Seara

Helena Pimenta, con el iluminador Gómez Cornejo y la escenógrafa Mónica Teijeiro presentan una puesta en escena sombría, casi tenebrosa, en la que la luz matiza las situaciones dramáticas. La directora utiliza un ritmo constante con el objetivo de que los largos momentos en verso no acaben aburriendo al público. No obstante, eso no impide que los espectadores disfruten con las declaraciones de amor de los adúlteros, Federico y Casandra, entregados a la pasión desenfrenada aprovechando la ausencia del esposo.

Volviendo al principio, el Duque de Ferrara aparece solo en el escenario, representando la vida que llevaba: la del típico personaje del Siglo de Oro español. Sin embargo, el tiempo pasa y se da cuenta de que necesita un heredero para no perder su fortuna. Para ello, decide contactar con el Conde Federico y hacerlo su hijo para que continúe con su legado en un futuro. Como tampoco tiene mujer, toma la decisión de casarse con Casandra, una joven mujer de tan solo veinte años.

Fuente: Carmen García Seara

Cuando se marcha por obligación a la guerra que por entonces se daba en Italia, deja solo el castillo con su hijo y su mujer, que comienzan a tener una relación en secreto aprovechando la ausencia del Duque. El desenlace llega cuando el marido engañado da rienda suelta a los grandes temas dramáticos de ese siglo: el honor y la religión. Es entonces cuando saca toda fuerza interpretativa dominando la escena con la dolorosa contradicción de vengarse o castigar a los que considera culpables y trama un castigo sin venganza del que hará el ejecutor a uno de los culpables: su hijo Federico.

Cuando el bastardo se da cuenta de lo que ha hecho, intenta revelarse y matar al padre pero no lo consigue. La obra culmina con un soliloquio del Duque expresando que a pesar de que en vida se ha obrado mal y como es un hombre de palabra y orgullo, no les va a dar un castigo fuerte en la tierra, sino que los mata y que dios se encargue del castigo.

Atrapados en la tela de araña de un palacio de susurros, espejos y secretos, los personajes se enfrentan a su conciencia con una intensidad secreta y desconocida. De fondo, la fama como eje de unas vidas abocadas a la mentira va gobernando una trama que desemboca en un desenlace sangriento sin resquicio de esperanza.

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