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Eduardo Chapero-Jackson en profundidad.

El azar o el destino, como os guste llamarlo, quiso que Eduardo Chapero-Jackson naciera en Madrid en 1971. Con media vida en América y media vida en España, consigue méritos estudiantiles que contribuirían a que su nombre fuera sinónimo de guionista y director de tantos mundos como historias convierta en cine.

Estudia Bellas Artes en School of Visual Arts y en New York University. Se forma en interpretación, dirección de actores y dramaturgia con talentos del calibre de Fernando Piernas, Eduardo Recabarren, Augusto Fernández, Lidia García, Greta Seacat, Juan Carlos Corazza, etc. Y no se olvida de pasarse por la Escuela Ciparh de Madrid para enfrentarse a la Psicología Gestalt.

Todo un señor ejemplo de solitario corredor de fondo que refuta esa creencia generalizada de que en las profesiones artísticas la cosa consiste en farándula y cachondeo. Más bien, al contrario: la mayoría de las veces suele ser un duro camino recorrido a base de motivaciones intrínsecas donde el mejor premio es la satisfacción personal.

Si bien siempre sintió inclinaciones artísticas, de pequeño fue amateur de la fotografía y regalaba sus relatos cortos a su abuela, no siempre supo que quería ser director de cine: aún descubriéndose soñándolo desde que empezara Bellas Artes, fue una latencia inconsciente que acallaba escribiendo en silencio hasta que, habiendo terminado su primer guión y ahorrado dinero trabajando colateralmente en producción, se descubre apostando por su más íntimo deseo.

Comienza su recorrido hacia el Séptimo Arte contratado por la productora Sogecine trabajando para grandes artistas como Amenábar o Medem durante 7 años en películas como “Los otros”, “Mar adentro”, “Los amantes del Círculo Polar”, “Lucía y el sexo”, entre otras; y no es hasta el año 2004 cuando decide dejarlo todo y apostar por materializar sus sueños de papel.

En el 2005 su primer trabajo, en formato corto de 35 mm, ve la luz: “Contracuerpo”, que sumado a otros dos cortos en HD, “Alumbramiento” (2007) y “The End” (2008), supusieron un hito en la distribución de cortometrajes en salas comerciales: los tres se aunaron en “A contra luz» en el año 2009.

Juntos han conseguido que Chapero-Jackson se lleve a su casa más de 150 premios a través de su presencia en festivales de todo el mundo, entre ellos el de Mejor Ópera Prima Europea en el Festival d’Angers, Mejor Cortometraje Europeo en el Festival de Venecia y Mejor Cortometraje por la Academia Europea de cine.

Nuestra reportera con Eduardo Chapero-Jackson
Nuestra reportera con Eduardo Chapero-Jackson

 

CORTOMETRAJES

Marta: ¿Qué tienen los cortos?

Eduardo: Bueno los cortos tienen todo lo que tiene el cine, simplemente es una cuestión de duración. Se suele usar un símil con la literatura, que es evidente, dices “Allan Poe, Kafka, Cortázar”… Y son más fáciles que un largo. En un largo es más difícil sostener la historia durante tanto tiempo… Es un reto. Y entran otros tipos de retos también a nivel de producción. Es un maratón a nivel personal. No es lo mismo rodar una cosa durante tres días, que tienes más la pulsión de la historia, que tener que rodar durante meses donde todo de alguna forma se hace un poco más abstracto.

M.: Últimamente has estado grabando uno en Galicia…

Eduardo: Sí. NOTODO FILMFEST me llamó para proponerme un proyecto que ellos vienen haciendo con Coruñafilm desde hace dos años. El año pasado con Isaki Lacuesta, y el anterior con Javier Rebollo. Consiste en hacer un “corto exprés” en tres días, con un equipo formado por una selección a concurso donde se puede presentar quien quiera. La mayor parte de la gente está empezando en cualquier ámbito: dirección de fotografía, cámara, sonido. etc. Y me pareció tan bonita la idea de dar una oportunidad a la gente que está empezando, que acepté y rodamos un corto que tenía escrito desde hacía mucho tiempo y que encajaba en el tiempo de rodaje y en las necesidades, que se llama “La trampa estesia”… Fue algo muy intenso pero me gusta mucho todo lo que estamos terminando ahora.

M.: ¿Por qué elegiste la anorexia como tema para tu primer corto?

contracuerpo
Frame de «Contracuerpo»

Eduardo: Sí, bueno “Contracuerpo” en ningún momento nace de querer contar una historia de anorexia. Nace de un sitio muy distinto. Yo quería contar la historia de cómo a veces nosotros nos hacemos daño a nosotros mismos queriendo encajar en conceptos idealizados de lo que queremos ser. Y como en esa especie de “forzarnos a” nos podemos perder, nos podemos hacer daño y nos podemos causar una muerte en vida, ¿no? Y eso me llevó a una idea tan literal como ésa: meterte en tu yo ideal. Y me llevó a un maniquí… Y entonces ya me di cuenta de que podía usar otros temas que tienen que ver con la belleza que nos tocan a todos. Yo creo que estamos un poco locos con eso, con nuestra apariencia en una sociedad muy versada en la imagen y demás. Pero lo que intenté también era no caer en lugares comunes fáciles, ¿no? Como culpar a la industria de la moda… Porque eso siempre son ingredientes más que afectan a gente que nace o con el afecto tocado; con la autoestima dañada o pobre… Y eso era también un reto para mí, el explicarlo: de dónde viene eso y cómo los elementos históricos pueden afectar. Y luego también quería contar una historia a nivel absolutamente visual, utilizando solo el medio cinematográfico sin diálogo. Porque también la enfermedad y ese estado tiene que ver con el aislamiento y con el perderse en un laberinto donde lo visual es enfermizo. Por eso es un corto que tiene imagen bellas pero muy enfermas. A veces me preguntaban “¿pero si la anorexia es tan cruda, porque la cuentas con momentos tan bellos?” y es que la persona que sufre eso está en un viaje a tener una belleza casi que no es terrenal, y hay cierto margen casi de experiencia mística en eso, ¿no? Con el dejar de comer, de ascetismo y aislarse del mundo, de tener una belleza que sea trascendente.. Y por eso el corto también está planteado así.

M.: ¿Y en Alumbramiento qué significa “mamá, ven a buscarme al jardín”?

Frame de "Alumbramiento", con Mariví Bilbao
Frame de «Alumbramiento», con Mariví Bilbao

Eduardo: (Ríe). “Mamá, ven a buscarme al jardín”… ¿Qué significa lo que dice Mariví Bilbao en la última noche de su vida..? Bueno yo quería contar en “Alumbramiento” una historia de cómo una familia se enfrenta a la muerte de su matriarca, digamos, y cómo se posiciona cada uno de sus personajes ante la muerte, con rasgos de cobardía, valentía… Todo algo muy humano, que es lo que nos pasa a nosotros a la hora de enfrentarnos a eso. Está basada en la muerte de familiares míos y un poco extrapolado hacia el dónde podría ser mejor llevarlo… Y entonces, el personaje de Mariví está en estado senil, y yo lo que vi cuando estaba en contacto con gente que estaba en la última etapa de su vida es que empiezan a sacar temas muy antiguos, incluso temas que se han dejado pendientes de concluir, temas pendientes. Eso es muy interesante de ver; como que tienen que hacer paz con eso antes de irse. Y luego también hay una especie de regresión emocional. De repente cuando uno está con un tío frente a la muerte sale la criatura más pequeñita llamando a su madre. Mariví está en un estado infantil llamando a una madre que la proteja en un lugar donde ella haya sentido mucho la vida, entonces de ahí sale eso.

M.: Bueno, y del corto “The End”, que cierra la trilogía… A ver si lo adivinamos, ¿se ha rodado en el western Almería?

Eduardo: Sí. Es un corto muy peculiar, porque vamos yo nunca me había planteado hacer un western. No estaba en mi radar, para nada. Y “Contracuerpo” ganó el festival de Almería, que el premio consistía en rodar un western allí, y me pareció un reto bonito, inesperado, y me puse a revisar un poco qué era el western y por qué de alguna forma, digamos, es tan parte de nuestra conciencia colectiva, de nuestra mitología de imágenes, sobretodo en el cine. Y fue muy interesante. Yo no quería hacer un western de época al uso, de vaqueros y eso, sino de ver cómo de alguna forma hoy en día se podía replantear las situaciones para que un western ocurriese obviamente en una tierra dura donde los hombres y mujeres se tienen que enfrentar para crear una nueva sociedad con una serie de dificultades y una nueva frontera humana, que digamos, sería la escasez del agua. Y otro tema que me interesaba mucho era cómo el mal surge de un sitio muy humano. Cómo dos familias libres de cualquier mala intención terminan enfrentándose y matando hasta a niños por cómo el daño recíproco se va aumentando y acrecentando… Y hacer un análisis cultural.

M.: ¿Y tiene que ver algo la temática que tratan tus cortos con que se interpreten en gran parte por actores de “Aquí no hay quien viva”? ¿Tratas de despertar al subconsciente de los espectadores?

Eduardo: (Ríe) Es muy gracioso lo de “Aquí no hay quien viva”, sí… Y se ha mantenido como una especie de leitmotiv. A Macarena yo la conocía antes de que estuviese en la serie, y eso la vinculó después. Pero luego, cuando estaba buscando a una actriz mayor y vi varias posibilidades lo de Mariví Bilbao me gustó mucho a nivel totalmente intuitivo porque creo que a los actores que están haciendo mucho tiempo comedia igual los encasillan ahí, y de repente pueden dar algo muy puro y muy nuevo cambiándolos de registro. Y con Mariví lo sentí de una manera muy fuerte. Algunas personas me decían, “¿pero cómo vas a poner a esa ¡viva la Virgen! en este dramón?”, pero lo bonito es que le mandé el guión y ella lo leyó justo el día en que su hermana mayor murió, y claro… El repre me llamó y me dijo “yo no le puedo dar el guión ahora…”, pero ella insistió y me llamó precisamente para hacerlo en honor a su hermana. Y luego en el último corto que he hecho en Galicia, necesitaba una actriz a ser posible gallega, porque sí que el concurso era abierto pero era mejor si el actor era ya gallego, porque el festival es de allí, y pensando también pues de manera muy intuitiva porque yo no la conocía a Cristina Castaño, pues nos cuadró para que también protagonizara el drama. Nos seguíamos por Twitter, pero poco más. Han sido casualidades. Pero deberían contratarme en “La que se avecina”, se llama ahora, ¿no? Si algún día necesitan darle un toque trágico…

M.: Y como guionista… ¿Sientes que tienes una necesidad creativa?

Eduardo: A mí me faltan horas, realmente para escribir todo lo que me bulle o emerge en forma de imágenes o historias de todo tipo. Pero vamos, mi agenda no es mandarle mensajes al mundo y cambiarlo… El cine para mí, sobretodo, es para mí un intento de entender la naturaleza humana. A mí me enriquece mi vida, y si ese trabajo enriquece la del espectador y despierta compartimentos de experiencia fenomenal.

M.: ¿Te has despertado alguna noche con una frase y has ido corriendo a apuntarla?

Eduardo:  (Ríe). Muchas frases, imágenes, ideas… Yo duermo con un bloc al lado de la cama y además yo trabajo mucho con los sueños y termino muchas veces con los blocs repletos a veces de cosas sin sentido. Te despiertas por la mañana y dices “esto no me sirve para nada”, y otras pues sí hay cosas muy bonitas con las que sigues trabajando. Trabajo con el método paranoico-crítico de Dalí.

 VERBO

En 2011 estrenaría su primer largometraje, “Verbo”, que también causaría clamor en su recepción: sería seleccionado en festivales como el de San Sebastián o el de Sitges, y nominado a tres Premios Goya: Mejor canción original, Mejor director novel y Actriz revelación.

M.: ¿De dónde sale este personaje femenino? ¿Has sido Sara antes de escribirla?

Eduardo: Sí. De hecho Sara era Darío en las primeras versiones del guión, era un chico, y obviamente tenía mucho de mí. Lo que pasa es que haciendo el casting… Realmente lo del género, chico o chica, no me importaba y de hecho quería romperlo bastante. Y además seguramente encontrarías antes a una chica a esa edad con capacidad emocional que a un chico. Normalmente, vamos con retraso en ese tema… Y así fue lo que nos encontramos. Apareció Alba García, y nada más verla yo lo tuve claro. Reescribí el guión para que fuese una chica. Pero ya digo, no era importante…

M. ¿Qué fue lo mejor y lo peor de tu primera experiencia con los largos?

Eduardo: Pues “Verbo” para mí fue una especie de rito iniciático salvaje. Era una película muy difícil a nivel técnico, interpretativo, con muchos riesgos, con un presupuesto muy limitado para lo que queríamos hacer… Fue un impactó duro, duro, que no necesariamente disfruté; pero con el que he aprendido mucho. Yo ahora, después de estos cuatro cortos y los tres largos sí que me siento ya preparado.

M.: Hiciste el casting de “Verbo” por institutos, dando la oportunidad a nuevos actores. ¿A propósito o porque te venía bien para el papel?

Eduardo: Bueno hay adolescentes que ya están en escuelas, pero no hay muchos actores de esa edad. Y los pocos que están lo están en algunas series, y de hacerlas está ya un poco viciados a veces. Y me apetecía buscar en el lugar real donde la historia ocurre. Entonces nos fuimos a institutos del extrarradio, porque eso es una energía, una forma de estar, una forma de hablar, y de mirar las cosas que los chavales llevan encima; y si no es muy difícil de recrear. Y Alba apareció en un instituto de la zona de Móstoles, precisamente.

M.: Para algunos tu película era psicología de autoayuda para adolescentes. ¿Te cae bien la crítica?

Eduardo: No… Me parece que no es cierta, y tiene un punto así, quizás, cínico… ¿Puedes llamar a las fábulas infantiles cuentos de autoayuda? Me parece un poco facilón. Sí que es verdad que es una fábula donde hay un crecimiento personal y donde hay un encuentro de algunas respuestas y un aprendizaje, pero también es muy oscura… Y no es una especie de autoayuda. De hecho lo que dice es que tienes que adentrarte en tu sombra para entenderte mejor. Y la autoayuda suele ser psicología cognitivo-conductual, que es cambiar los hábitos para lograr éxitos, etcétera, etcétera, lo que no quita que eso sea muy enfermizo también. La psicología en la que yo me apoyo más es la humanista, la de la Gestalt y tiene que ver con enfrentarse a esas zonas oscuras de uno. Así que no… A mí me parecía loable hacer una película honesta en ese sentido para todo un público o una generación que realmente tiene muchos problemas, osea, 30% de fracaso escolar, 50% de paro juvenil, una epidemia depresiva y de problemas emocionales gigantes… Y no sé, ¿por qué no hacer una fábula que cuente algo que igual provoque un cambio de luz? Pero lo de autoayuda me parece como facilón y no es cierto.

M.: ¿Pero han hecho un cuaderno de estudio de Verbo, para los estudiantes de la E.S.O. no es cierto?

Eduardo: Sí. Muchos profesores están utilizando Verbo, para hablar de muchos temas que ocurren a esa edad y que están ocurriendo ahora. También con la educación, y eso. Y me parecen profesores muy valientes, porque Verbo mete bastante caña al sistema educativo, con respeto a la figura del profesor, pero la mete. Y los profesores que la cogen y la utilizan me parece que están realmente muy abiertos de mira. Y en el fondo, una película llama a la emocionalidad de otra manera y accede a que en una edad donde a veces es muy difícil abrirse y compartir cosas por inseguridades o miedos, la película hace como una especie de detonador para trabajar muchas cosas. Y para mí es muy bonito ver que usan la película, para comentarla con los chavales. Es como un premio por haberla hecho.

LOS MUNDOS SUTILES

En 2012 dirige ficción para televisión y publicidad como realizador de la productora Tesauro y escribe y dirige “Los Mundos Sutiles”, híbrido entre documental y ficción, que obtuvo la Mención Especial del Jurado en el Festival de Valladolid, y fue nominada en los Goya 2013 en la categoría Mejor Documental , consiguiendo otro hito en la historia del cine español: consolidarse como el primer cineasta español nominado a los Premios Goya tres veces en la categoría de Mejor director novel por su primer cortometraje, su primer largometraje y su primer documental.

M.: ¿Transferiste tu propia labor de documentación a la protagonista? ¿Ella muestra cómo escribes las obras tú?

Eduardo: Sí, fue así. Realmente mi encuentro con Machado lo quería plasmar de algún modo y creé un álter ego, de nuevo una chica de extrarradio con un vehículo para una puesta en escena visual de todo lo que era verbal. Era muy difícil eso.

M.: Suponemos que tú no ideaste las coreografías… ¿Te resulta difícil delegar?

Eduardo: No. Me gusta mucho delegar. Soy muy perfeccionista, por encima de todo; pero me gusta mucho el diálogo creativo con todo el mundo. Me nutre y les nutro yo a ellos, supongo. En ese sentido me gusta mucho, y con la danza… Yo no entendía nada de danza, no soy ni mucho menos un experto. Pero me dejé guiar por lo que yo sentía. Tuve un diálogo muy abierto con los chavales, coreógrafos y bailarines de la escuela de danza María de Ávila: las coreografías me las proponían ellos pero yo las modificaba según lo que sentía y según yo necesitara que estuvieran al servicio de la narración. Osea que de alguna forma yo fui medio coreógrafo en muchas cosas.

M.: ¿Se canta a lo que se pierde y se baila a…?

Eduardo: Se baila a todo. Bailar es una de las cosas más bonitas y que más felices me hacen. A mí, que yo creo que esto es algo que buscamos todos, eso de salir el viernes y sábado por la noche a bailar… Eso dice mucho, ¿no? Momento de liberación de todos nuestros deberes y obligaciones. Nos apetece darle espacio al cuerpo y sentir la música… Es total.

Actualmente Eduardo se encuentra pre-produciendo “El Séptimo sueño”, buscando localizaciones.

M.: ¿Cuál es tu “Séptimo sueño”?

Eduardo:  (Ríe) Mi séptimo sueño es el que me tiene ahora muy liado, es un proyecto en el que estamos ahora como entrando un poco en preparación y rodar este año. Es un proyecto muy bonito, pero también muy difícil. Es una película sobre las grandes películas que los grandes directores no pudieron hacer. Y es una especie de entrada a cómo el cine es muy quimérico de hacer. Hay grandes que se quedaron sin cumplir sus obsesiones. Pero también es usar el cine como metáfora de la vida, de cómo a veces, en la vida los sueños no se cumplen. Esto es así. Yo no tengo esta parte de como se apuntaba en “Verbo”, de conseguir el mundo. A veces se puede y a veces no, y no por obsesionarte con el voy a conseguirlo, voy a hacer esto, voy a conseguir mis sueños. Pues a veces no. A veces esto no ocurre, y esto es parte de la vida. Y… ¿Cómo es esta experiencia? ¿Y qué nos dice? Y a un nivel ya casi borgiano o poético, que es ya donde entra el arte, es… ¿Qué ocurre con los sueños que no se cumplen? ¿Dónde se quedan en nosotros? Y de esto va un poco “Séptimo sueño”…

M.: ¿Lo protagonizará también una mujer?

Eduardo: No. Esta vez cambio… Es un hombre…

No todos los días se tiene la oportunidad de hablar con el creador de una obra. Parte de la magia del arte reside en que el emisor evoca y re-produce el mensaje del artista en su mente. No obstante, si por algo hay que darle las gracias a Eduardo Chapero-Jackson no es por acceder a darnos una entrevista, sino por tener la elegancia y la valentía de compartir una mínima parte de lo que imagina con nosotros prestándose, nada más y nada menos, a que el tiempo que duran sus películas veamos como él ve, a mirar a través de su cámara-ojo. (Y ya se sabe de qué cuentan que son reflejo los ojos…)

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